Cómo aprovechar las Fusiones y Adquisiciones
Si usted tenía acciones de la empresa LinkedIn para el 10 de Junio de 2016, entonces se encuentra entre los afortunados que vieron crecer su inversión un 48% en un sólo día. ¿Habrá sido gracias a una mejora sustancial en el negocio? Nada de eso. Se debió a que Microsoft hizo una oferta para comprar […]
Por Sebastian Ortega

Si usted tenía acciones de la empresa LinkedIn para el 10 de Junio de 2016, entonces se encuentra entre los afortunados que vieron crecer su inversión un 48% en un sólo día. ¿Habrá sido gracias a una mejora sustancial en el negocio? Nada de eso. Se debió a que Microsoft hizo una oferta para comprar LinkedIn por un precio irresistible para los dueños de la afamada red profesional.

El jueves pasado se conoció que la empresa Kraft (dueños de Terrabusi, Milka, Tang, Toblerone, Oreo) hizo una oferta para comprar Unilever (dueños de Axe, Dove, Hellman’s, Knorr) a un precio 18% superior del valor que tenía la empresa en el mercado. Apenas se conoció la noticia, las acciones de Unilever respondieron inmediatamente. Pero al día siguiente, las acciones cayeron al saberse que Unilever no aceptaría la oferta por considerarla baja.

¿Qué es lo que tenemos que saber para ganar dinero en estas situaciones?

En primer lugar, no todas las Fusiones y Adquisiciones se dan entre empresas que cotizan en bolsa como para poder invertir en ellas con un simple “click”. Muchas adquisiciones resonantes se hicieron en empresas privadas, por ejemplo, Facebook compró WhatsApp e Instagram cuando no cotizaban en bolsa; Google compró YouTube cuando apenas era una startup. La lista es verdaderamente interminable. De hecho, cuando nosotros invertimos en startups, esperamos recibir nuestras ganancias en el momento en que éstas son adquiridas o fusionadas con otras empresas. Por esta razón, hace casi una década que vengo siguiendo el tema desde cerca, intentando “ponerme en los zapatos” de las empresas más grandes que tienen en la mira a startups como las del portafolio de Grit Invest.

Si usted nunca escuchó sobre esta actividad, le tengo una sorpresa. Cada año, en el mundo se mueven unos 4 billones de dólares (algo así como USD 4.000.000.000.000) en Fusiones y Adquisiciones. Esto es casi 10 veces más dinero que todo el PBI de Argentina. Por eso, me intrigaba conocer el secreto o la fórmula que le diera sentido a todo este volumen infernal de transacciones.

Para llegar a lo más profundo del tema, durante Enero estuve en Boston, EE.UU., para ser parte del curso de Fusiones y Adquisiciones de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard. Ahí, tuve la posibilidad de discutir los casos más relevantes de la historia con los verdaderos protagonistas. ¿Cómo fue eso? Le cuento.

Varios de los más importantes autores e investigadores sobre Fusiones y Adquisiciones se encuentran en el cuerpo docente de Harvard. Más aún, los mismos profesores han sido parte de los casos más resonantes de la historia y se abren a debatirlo. Recuerdo que uno de los profesores había asesorado a Michael Dell cuando recompró su empresa (la fabricante de computadoras Dell que recientemente se fusionó con EMC) por USD 50.000 millones… y estaba ahí, mano a mano para conversar junto con otros ex-CEOs devenidos en profesores apasionados por compartir todo tipo de experiencias. Por todo esto, Harvard era sin duda uno de los mejores lugares para quien quisiera discutir estos temas con los propios protagonistas.

Esta condición única atrajo a gente interesante de todo el mundo. El curso estaba compuesto por 74 personas y sólo un 40% eran estadounidenses. En general los participantes tenían entre 45 y 55 años. Un día estaba en un descanso hablando con un compañero que tenía un acento raro, me comentó que era de Dubai y que hacía gestión de proyectos inmobiliarios. Inmediatamente me nació comentarle cuánto yo sabía del tema y sobre los hoteles 7 estrellas, únicos en el mundo, que hacen de Dubai uno de los lugares más lujosos y atractivos que existen en el planeta. Él se sonrió, y me dijo: “Si, yo estuve a cargo de la construcción de varios de esos”.

Una de las cosas que más me llamó la atención es que 2 meses antes del curso me enviaron todo el material que podría necesitar: la teoría completa, la práctica, los casos para analizar, las preguntas de evaluación, y encima me pidieron tener todo hecho antes del curso. ¿Qué haríamos entonces allá si ya habíamos resuelto todo por adelantado?

Desde el primer día hubo debates, simulaciones de negociación, competencias de negocios, etc. pero nada de conocimiento nuevo. Promediando el curso, los análisis se hacían más intensos, uno iba adquiriendo práctica para ver todos los puntos de vista de un mismo problema, uno aprendía a amigarse con la información incompleta, el futuro incierto, la alta exigencia, etc. pero seguía sin haber material nuevo. Mientras tanto, en cada actividad iba conociendo a gente muy interesante. Un día me entero que mi compañera de banco había conocido a Steve Jobs, porque fue responsable del equipo de integración cuando Disney adquirió a Pixar (la empresa de películas animadas creadora de Toy Story) fundada por el también fundador de la empresa más grande que existe hoy en el mercado: Apple. Sin duda, cada persona tenía experiencia muy valiosa que aportar. Sin embargo, todos nos hacíamos la misma pregunta: el conocimiento nuevo lo aprendimos enteramente antes del curso, ¿cuál sería entonces el propósito de internarse allí?

El último día, el equipo de profesores presentó ante la sala los resultados de todas las simulaciones y competencias en las que habíamos participado durante nuestra estadía. Con mucha sorpresa, encontré que los resultados de los distintos grupos y las distintas personas diferían mucho entre sí. ¿Cómo podía ser que mis resultados sean radicalmente distintos a los de mi amigo indio Sharad? Por lo que podía ver, ambos habíamos estudiado y esforzado lo mismo, teníamos enfoques parecidos, pero puntajes completamente dispares. Cuando empecé a analizar las calificaciones de cada uno con más detalle encontré un factor común: quienes solían sentirse presionados por las exigencias o los tiempos, solían tener un rendimiento poco satisfactorio independientemente del nivel de conocimiento que posean. A veces el curso exigía resolver desafíos muy complejos en tiempos que no eran viables para ningún ser humano. Algunos simplemente se veían desbordados y se daban por vencidos; otros emergían como líderes con alguna solución que no buscaba ser perfecta, pero que cumplía con el objetivo con un alto grado de ingenio y un nivel de satisfacción aceptable. Estos últimos fueron los que mejor puntaje lograron.

Tal como si fuera una película con un final inesperado, los asistentes del curso comprendimos los verdaderos objetivos recién en la última clase y nos quedamos sin palabras. Cada actividad de la semana había sido cuidadosamente diseñada para enfrentarnos a nuestros propios miedos, ansiedades, inseguridades, para poner a prueba nuestra confianza al entrar en acción, a discutir puntos de vista con otras personas que defienden intereses opuestos, a manejar el estrés, la presión, la frustración, la sensación de desborde. Todo esto, asumiendo que el contenido estaba aprendido desde antes de conocernos.

El curso no buscaba impartirnos nuevo conocimiento. Es más, el conocimiento necesario para analizar y debatir los casos estuvo siempre disponible en forma gratuita en Internet. Los libros que allí se ofrecen, que no contienen ninguna fórmula secreta, se venden en Amazon por poco más de USD 20. El curso, para mi sorpresa, era un espacio de desarrollo de habilidades personales que buscaba ponernos a prueba ante situaciones límite… muy parecido a lo que ocurre en la vida real. Conocer a los verdaderos protagonistas, y debatir con ellos en una situación de aparente caos, era la mejor experiencia que nos podían brindar como forma de prepararnos para los grandes desafíos que hay allá afuera. Recién ahí pudimos comprender el valor de lo que estábamos recibiendo. Era un valor distinto para cada uno. En algún punto, quienes asistimos fantaseábamos con descubrir alguna receta mágica que permitiera juzgar qué tan oportuna era una fusión o adquisición. No la había. Nunca la hubo. Nadie tiene una receta. Ni Michael Dell la tenía. Los protagonistas muestran que cualquier éxito conseguido se basa en el esfuerzo de cada persona. Lo dicen quienes fueron parte de esas mega-fusiones que vemos sólo por televisión. A continuación le comparto una foto con alumnos y profesores.

Volviendo a la pregunta inicial: ¿Cómo aprovechar las Fusiones y Adquisiciones?

No hay una fórmula. A base de trabajo, experiencia y paciencia es posible detectar buenas empresas que sean objeto de adquisición por parte de otras más grandes, como las que forman parte del portafolio de Grit Invest. Vale la pena familiarizarse y encontrar en dónde nos sentimos más cómodos. Existen casos en que no tenemos suficiente información o no tenemos capacidad para elaborar un juicio. Para esos casos, es mejor dejarlo pasar ya que “es preferible perder una oportunidad que perder capital”. Hoy el conocimiento está disponible para todo el mundo. Quienes mejor provecho saquen del conocimiento serán quienes mejor se conozcan a sí mismos y tomen la perspectiva adecuada para la situación adecuada. A veces uno necesita viajar hasta el otro lado del mundo para descubrir que la respuesta siempre estuvo dentro de uno mismo.

Sobre el autor

Sebastian Ortega

Sebastian Ortega

CEO Grit Invest

Doctor en Dirección de Empresas y Máster en Dirección de Empresas de la Universidad del CEMA, con especialización en Fusiones y Adquisiciones en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y especialización en Value Investing en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia (EE.UU.)
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Grit Invest.

Grit Investment Fund, LP es un fondo de cobertura basado en Estados Unidos con licencia de la Securities and Exchange Commission (SEC) desde el año 2016 (ver registro en la SEC)