El mejor trabajo del mundo
El dinero se encuentra cuando menos se lo busca ¿Sabía qué es lo que más valoran las personas de su trabajo? Si, exacto, NO es el dinero –que está en 4to lugar de preferencia-, sino su sentido, es decir, que las conduzca a cumplir un propósito individual o colectivo, como pertenecer a una misión más grande que […]
Por Sebastian Ortega

El dinero se encuentra cuando menos se lo busca

¿Sabía qué es lo que más valoran las personas de su trabajo? Si, exacto, NO es el dinero –que está en 4to lugar de preferencia-, sino su sentido, es decir, que las conduzca a cumplir un propósito individual o colectivo, como pertenecer a una misión más grande que ellas mismas.  

Una persona que siente que su trabajo tiene pleno sentido, está más motivada, comprometida con los resultados, puede trabajar más tiempo sintiendo menos estrés, y ser hasta 2 veces más efectiva en lo que hace, que quien desarrolla ese mismo trabajo pero sin encontrar mucho sentido en él o lo hace solo por el dinero. 

Estas características no aplican solo al trabajo de oficina, sino también a cualquier otro tipo de actividad laboral/profesional como la de un deportista, la un emprendedor y también, por supuesto, la de un inversor.

Lionel Messi es hoy uno de los deportistas mejor pagados del mundo, sin embargo, no fue gracias al dinero que él juega como juega, sino gracias a su pasión -su sentido– por el fútbol. El dinero no es la causa de sus logros, sino la consecuencia de ellos. Exactamente lo mismo ocurre con los inversores.

Por ejemplo, los inversores más exitosos de la historia como Warren BuffettPeter LynchSeth Klarman, etc. han pronunciado infinidad de veces que su mayor motivación para invertir no es el dinero (sí, se que suena raro sabiendo que el éxito un inversor se mide por el dinero que gana, pero volveremos sobre este punto más adelante), sino el disfrute por hacer cada día una actividad que les apasiona, los hace sentir útiles y especiales. De hecho, ninguno de ellos utiliza el dinero como muchos imaginan. Todos llevan un estilo de vida muy frugal, es decir, sin lujos, ni extravagancias, ni nada que esté fuera del alcance económico de cualquier familia de clase media.

El propio Warren Buffett sigue viviendo en la misma casa que compró hace 62 años en un barrio de Omaha, Nebraska, EE.UU por USD 31.500. Aquí le comparto un breve video que grabé desde la puerta de la casa de Warren Buffett contando detalles muy poco conocidos sobre su historia que lo harán reflexionar sobre la vida y las inversiones:

Casa de Warren Buffett. Omaha, Nebraska, EE.UU.

Una década atrás participé de una conversación donde se aseguraba que Invertir era el mejor trabajo del mundo ya que:

  • No depende del tiempo que uno trabaje, ni de horarios, ni del esfuerzo físico. Una decisión inteligente puede valer mucho más que miles de horas trabajadas. Buffett cumple 90 años en 10 días; su socio, Charlie Munger, tiene 96, y ambos siguen tomando casi todas las decisiones del mayor conglomerado financiero del mundo. 
  • Al invertir, la riqueza crece en forma proporcional al dinero invertido… aún mientras usted duerme. 
  • Se puede crear una enorme riqueza manteniendo un alto grado de libertad en la vida.

Sinceramente, estoy de acuerdo con estos argumentos. Invertir tiene beneficios que, en el largo plazo, son prácticamente inigualables. 

Si uno no cuenta con un capital inicial, entonces básicamente puede utilizar un único recurso para empezar a “invertir”: su tiempo. El problema es que el tiempo no se multiplica ni se puede comprar. En el largo plazo, es conveniente minimizar los ingresos que provienen del tiempo trabajado -”venta de horas propias”-, y maximizar los ingresos que provienen de las inversiones. 

Lo que nunca entendí es porqué este tipo de reflexiones no se enseñan en las escuelas o porqué en algunos países, como Argentina, hay tan bajo porcentaje de gente que piensa en invertir para lograr un mejor futuro. ¿Será por falta de educación financiera? ¿O será por no pensar tanto en el futuro? En Estados Unidos, la mitad de la población invierte en la bolsa de valores; en Argentina, menos del 3%. 

Pero, en aquella conversación que mencioné antes, yo no NO estaba de acuerdo en que invertir sea el mejor trabajo del mundo.

Todas esas ventajas son, sin dudas, reales. Pero para lograrlas se necesita, curiosamente, una motivación que no proviene ni de esas ventajas ni del dinero. Ser astro del fútbol también tiene excelentes ventajas, pero no sería muy astuto iniciar una carrera de futbolista motivado solo por querer tener los ingresos que obtiene Messi. Quién haga el intento, probablemente termine con frustraciones y pobres resultados. Lo mismo ocurre con las inversiones. 

El mejor trabajo del mundo, no es universal, sino es aquel que le apasiona más que ninguna otra cosa a una persona, y para cada una puede ser algo completamente diferente. El mejor trabajo del mundo es aquel que nos impone desafíos que solo podemos superar empleando toda nuestra concentración, todas las capacidades con las que contamos, y respondemos a ellos porque en esos desafíos encontramos pleno sentido, sentimos que el tiempo se detiene, y nos sentimos tan absorbidos que no tenemos interés en buscar ningún otro trabajo o actividad. 

El mejor trabajo del mundo es aquel que nos hace sentir que fluimos en él, por eso Mihaly Csikszentmihalyi, profesor de Psicología de la Universidad de Claremont (California) y quien más analizó esta relación única entre las personas, sus pasiones y sus resultados, tituló a su obra maestra más vendida: “Fluir”.  

Hasta acá todo bien. El problema empieza cuando cuando los deseos y los intereses no coinciden, haciendo que las personas malgasten tiempo y esfuerzos en actividades donde no lograrán los resultados esperados (a menos que lo hagan por hobbie y no por sus resultados). 

Alguien que fluye invirtiendo probablemente no cuente con la motivación/dedicación necesaria para convertirse en una estrella del fútbol; y alguien que NO fluye con las inversiones, probablemente no cuente con la motivación/dedicación necesaria -ya sabe que hacerlo por dinero no lo lleva a ninguna parte-, para convertirse en un buen inversor. Es por eso que el 95% de los inversores tiene un rendimiento inferior al rendimiento promedio de los mercados, es decir, les resultaría mucho más rentable quedarse de brazos cruzados sin hacer nada, que tomarse la molestia de pensar en qué, cuándo o cómo invertir. Por eso el propio Warren Buffett dijo hace unos meses, en su propia asamblea anual de inversores -sí, a sus propios inversores- que “la mayoría de las personas no deberían invertir en acciones individuales

Entonces, ¿Cómo detectar si uno tiene vocación para invertir y, por tanto, chances de obtener esas ventajas?

Frecuentemente me cruzo con gente cuya principal razón para trabajar o invertir es alcanzar una cifra determinada de dinero, un “número mágico” que los hace sentir que alcanzaron su meta financiera en la vida. Una de las cifras más comunes es llegar a tener USD 1 millón -hay quienes piensan que esa cifra los hace ascender al status a “millonarios”- aunque eso varía de persona a persona. 

Sin darse cuenta, esas personas persiguen justamente la “zanahoria” equivocada en su camino al éxito financiero. Tener como objetivo ciertos resultados fijos los hace más propensos a buscar atajos que, irónicamente, luego se vuelven en contra de lo que ellos mismos quisieran, tal como ocurre con quienes buscan impacientemente bajar 25 kilos de peso, y terminan cayendo en la dieta de “¡Baje 25 kilos en una semana!” comprometiendo su salud y generando un efecto rebote que los deja peor de como habían empezado. A quienes invierten persiguiendo ese “número mágico”, les pasa lo mismo. Este, definitivamente, no es el camino. Recuerde: el número alcanzado no es la causa de nuestra buena actuación, sino la consecuencia de ella. 

Pero entonces, ¿cómo encontrar los motivos correctos para tener mejores chances de éxito?

Tal como describió Csikszentmihalyi en su libro “Fluir”, las personas que mejores resultados obtienen en cualquier tipo de actividad, son aquellas que encuentran pasión y disfrute durante el desarrollo mismo de la actividad más que con sus resultados. Es decir, dedicarse a aquello que les causa más placer hacer si NO tuviesen que pensar en el dinero. Allí es donde hay que poner el foco; luego el dinero será justamente el reconocimiento/recompensa de ello.  

Para lograrlo, Martin Seligman, ex-presidente de la Asociación Estadounidense de Psicología, propuso dos pasos:

  1. Buscar aquella actividad que disfrutamos por el mero hecho de practicarla. Que cuando la hacemos, sentimos que estamos absorbidos, compenetrados, y no percibimos el paso del tiempo ni las emociones. Esto es lo que Aristóteles llamó Eudaimonia y más recientemente Csikszentmihalyi llamó “Flujo”. El flujo consiste en identificar cuáles son nuestras principales fortalezas y aplicarlas para mejorar/perfeccionar nuestra vida, nuestro trabajo, nuestro disfrute, derivando así más flujo.
  2. Luego, percibiremos pleno sentido de nuestra vida y nuestro trabajo cuando podemos usar nuestras fortalezas únicas al servicio de algo más grande o para pertenecer a algo más grande que nosotros mismos. Justamente, lo que en el primer párrafo de este artículo mencionamos como el principal factor que las personas valoran de su trabajo. La ciencia respalda lo que muchos ya eligen intuitivamente.

Invertir es una actividad como cualquier otra, cuyos mejores resultados a largo plazo son conseguidos por las personas que sienten que fluyen en ella y donde, curiosamente, el dinero NO es el principal motor sino, eventualmente, la consecuencia. 

Si usted todavía no se siente fluyendo al invertir, siga el consejo de Warren Buffett y evite tomar riesgos que pueden hacerle perder dinero. Evite caer en atajos.  

Si usted ya encontró algún trabajo en el que se siente fluir, entonces ese será para usted el mejor trabajo del mundo. No lo deje escapar por ninguna actividad que le resulte atractiva únicamente por el dinero, incluyendo las inversiones. 

La mejor manera de invertir cuando usted todavía no fluye allí, es reconocer a las personas que sí lo hacen y sumarse a ellas. De esa forma, usted no necesita convertirse en Jeff Bezos para obtener los mismos rendimientos que el actual hombre más rico del mundo. Quizá algún día se invente la forma de invertir en la carrera del próximo Messi. ¡Eso sería un “golazo”!

Sobre el autor

Sebastian Ortega

Sebastian Ortega

CEO Grit Invest

Doctor en Dirección de Empresas y Máster en Dirección de Empresas de la Universidad del CEMA, con especialización en Fusiones y Adquisiciones en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y especialización en Value Investing en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia (EE.UU.)
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