El 80% de la riqueza le pertenece al 20% de las personas. En particular, tan solo las 8 personas más ricas del mundo tienen una riqueza equivalente a la mitad de la población mundial más desfavorecida. “¿Por qué tan pocas personas tienen tanto? La respuesta convencional es que vivimos en una meritocracia en la que las personas son recompensadas por su talento, inteligencia, esfuerzo, etc. Pero la suerte puede jugar un papel importante”, asegura un estudio publicado en MIT Technology Review.
Si su patrimonio es de, digamos, USD 100.000, entonces el patrimonio de cualquiera de las 3 personas más ricas del mundo es 1 millón de veces más grande que el suyo. Sin embargo, esto no significa que estas personas sean 1 millón de veces más inteligentes, ni que puedan trabajar 1 millón de veces más que usted al mes. Eso simplemente no es posible.
Peor aún, las personas más ricas ni siquiera son las más talentosas, según el mismo estudio, sino que son el resultado de haber desarrollado ciertas habilidades junto con haber sabido aprovechar eventos favorables y esquivar los desfavorables que no estaban bajo su control y que podrían afectar a cualquier persona.
La historia de Bill Gates, que esta semana volvió a ser el más rico del mundo, tiene mucho que ver con eso. En el año 1980, IBM estaba por lanzar al mercado algo completamente novedoso: la Computadora Personal (hasta entonces las computadoras eran costosas máquinas que tenían las dimensiones de un armario) pero solo había fabricado los “fierros” (procesador, disco, memoria, etc.). Para tener un producto terminado ya listo para que las personas pudieran usarla, necesitaba incluirle un Sistema Operativo (un sistema o programa principal que permitiera operar la máquina para hacer cálculos, guardar archivos, etc.) y no contaba con ninguno.
IBM se contactó entonces con varios expertos para evaluar sus opciones, y por casualidad dió con un jóven entusiasta llamado Bill Gates que rápidamente aseguró que podría proveer la solución necesaria. Lo más curioso fue que Gates no tenía ninguna solución en sus manos, pero sí sabía quién la tenía. En solo unos pocos días, Gates adquirió un Sistema Operativo llamado DOS desarrollado por la compañía Seattle Computer Products (SCP), lo adaptó y se lo ofreció a IBM. Bill Gates estaba en el lugar justo, en el momento justo y conocía a la persona justa para aprovechar la oportunidad.
Sin embargo, no todo fue suerte. Una vez allí, Bill Gates tomó la mejor decisión de negocios de su vida: en cambio de venderle el Sistema Operativo DOS a IBM a un alto precio pero por única vez, le permitió a IBM que lo usara “gratis” a cambio de una comisión por cada computadora que se venda con su Sistema Operativo. IBM no podía creer lo afortunado que había sido: había conseguido lo que más necesitaba sin tener que pagar nada.
Las Computadoras Personales fueron un rotundo éxito. Perdón, ¡más que un éxito! Fueron una verdadera revolución… algo más allá de lo imaginado por las mentes más codiciosas. Cada familia quería tener una computadora en su casa. Aparecieron muchos nuevos fabricantes y también quisieron usar el DOS, que seguía siendo de Bill Gates y no de IBM. Una parte de cada venta de casi cualquier fabricante del mundo, iba a parar a las arcas del ahora hombre más rico del mundo (IBM todavía no puede creer el mal negocio que hizo).
Dicen que Bill Gates fue siempre un visionario y trabajador incansable. Pero probablemente no se hubiera transformado en el hombre más rico del mundo si no fuera porque IBM dió con él por casualidad y luego aceptó un acuerdo como ese.
La historia de Jeff Bezos, que desde hace un par de semanas bajó al segundo puesto de las personas más ricas del mundo (perdió una buena parte de su fortuna en su divorcio este año) , tiene también algo de haber aprovechado una oportunidad única.
A principios de los ‘90, Bezos tenía una prometedora carrera en un prestigioso fondo de inversión. Mientras analizaba negocios para invertir, descubrió que una nueva tecnología llamada “Internet” se expandía muy rápido y generaba oportunidades de negocios nunca antes vistas. En 1994, dejó su empleo para crear una novedosa librería sin presencia física: las personas podrían comprar libros por Internet y recibirlos directamente en su domicilio.
Como no necesitaba depósitos en los grandes centros urbanos, la librería de Bezos podía ofrecer prácticamente cualquier libro que haya existido jamás, incluyendo aquellos muy específicos y de poca circulación que nunca estaban disponibles en las librerías convencionales: Bezos primero vendía los libros aunque no los tuviera disponible, y luego se las arreglaba para conseguirlos y entregarlos a tiempo (si no estaban impresos, los imprimía). El público se volcó masivamente a este tipo de servicios.
En este caso, Jeff Bezos vio la oportunidad, tenía la capacidad de aprovecharla y tomó la decisión de dejar una carrera exitosa para probar suerte en un nuevo mundo. Él tomó la iniciativa. Luego la historia escribiría que la aparición de Internet sería otra de las más grandes revoluciones tecnológicas de los últimos tiempos y la librería virtual de Bezos, el negocio de mayor crecimiento entre todos ellos. Pero ni él mismo pudo predecir su éxito tal como muestra en esta entrevista de 1999 en donde declaró que “No es posible predecir las empresas más exitosas“. Bezos era consciente que lo único que podía hacer era dar su mejor esfuerzo, y no tenía garantías. Luego el azar determinaría quienes serían los más afortunados.
Bill Gates y Jeff Bezos fueron los individuos más afortunados de cada una de las 2 más grandes revoluciones del último medio siglo: la revolución de las PC en los ‘80 y la revolución de Internet en los ‘90. Ya eran personas talentosas, pero los eventos favorables tuvieron mucho que ver con el éxito que lograron alcanzar.
Por último, una de las historias que más me fascina es la del tercer hombre más rico del mundo, Warren Buffett, porque es, de los 3, el que menos dependió de algún evento particular para estar entre los más ricos. Desde pequeño tenía la convicción de que lograría un gran éxito y trabajó incansablemente para alcanzarlo. De todos modos, él mismo asegura que no hubiera logrado todo lo que logró, si la suerte no hubiera estado de su lado.
La historia de Buffett ha sido un tema recurrente en nuestras columnas, principalmente, porque hizo su fortuna a partir de las inversiones.
Él venía de una familia de clase media, y su primer trabajo fue el de repartidor de diarios. Desde muy jóven comenzó a leer cuanto libro de inversiones había en la biblioteca de su casa (su padre era corredor de bolsa) y a los 11 años de edad hizo su primera inversión. Empezó a invertir su propio dinero con aceptable éxito y luego armó un fondo de inversión para administrar también dinero de familiares y amigos.
A principios de los años ‘60 Buffett invirtió en una compañía textil llamada Berkshire Hathaway que no anduvo muy bien. Al querer vender sus acciones (la empresa no cotizaba en bolsa), tuvo una discusión con el Director Ejecutivo de la compañía y… tanto, pero tanto le molestó, que en cambio de vender, comenzó a comprar más acciones solo para tener el poder necesario para echarlo de su puesto. A partir de ahí comenzó la carrera públicamente conocida del mejor inversor de la historia. Resultó que… bueno, el resto se lo cuento a través de un brevísimo video que yo mismos realicé desde las puertas de las oficinas de Berkshire Hathaway, donde trabaja Warren Buffett, en la ciudad de Omaha, Nebraska en Estados Unidos. Puede ver el video aquí.
Si bien no hay ningún evento particular al que pueda atribuírsele el éxito de Buffett en forma directa, él mismo se encarga de aclarar que la suerte jugó un rol fundamental en su vida. Le cuento.
LA LOTERÍA DEL NACIMIENTO
En la reunión anual de inversores del año 1997, Warren Buffett explicó que gran parte de su éxito se debió a haber “ganado” lo que él llama “La lotería del nacimiento”, que es una metáfora que utiliza para explicar cómo el lugar y la época en la que nació fueron determinantes para que él pueda alcanzar su máximo potencial.
Según cuenta, su nacimiento estuvo marcado por la más grande crisis en la historia de los mercados. Cuando en Octubre de 1929 las bolsas se desplomaron, su padre -que facilitaba este tipo de inversiones a las personas- se recluyó en su casa para alejarse del pánico reinante, pasó más tiempo con su madre y exactamente 9 meses después nació él. La época en la que nació marcó un antes y un después en la historia de las inversiones, provocando un cambio radical en su familia, y todo esto le dió forma a su manera de mirar el mundo y las inversiones.
Pero todavía más importante, dice, es haber sido afortunado con el lugar en el que nació. Podría haber nacido en cualquier lugar del mundo, pero nació en un país que tiende a crecer en el largo plazo, que brinda oportunidades e incentiva el esfuerzo. Haber nacido donde nació y en esa época fue una cuestión de suerte y sin eso, asegura, nunca hubiera logrado lo que logró. A esta cirscunstancia la llama “Ganar la Lotería del Nacimiento”.
El segundo factor de suerte se lo debe al tiempo. “Fui muy, muy afortunado en haber encontrado mi pasión cuando tenía 7 u 8 años de edad”, dice. En materia de inversiones, el tiempo juega el papel principal. Cuanto mayor sea el tiempo con el que uno cuenta, más se podrán componer las ganancias año a año y el resultado final resulta exponencial. Por ejemplo: si dos años seguidos usted gana 100% en cada año, su ganancia total luego de los dos años no es 200% sino 400% por efecto del crecimiento compuesto. Para tener buenos resultados en el largo plazo, no hacen falta grandes ganancias anuales…lo que hace falta es tiempo.
Las chances de volvernos ricos rápidamente dependen de los eventos favorables que nos crucemos por el camino, que en general son impredecibles y pueden no ocurrir nunca. Si uno no quiere depender de estos eventos, entonces necesita tiempo. El tiempo no se compra ni se gana. Cada uno tiene una cantidad de tiempo limitada en la vida. Algunos tienen más, otros tienen menos. La única manera de utilizar el mayor tiempo posible para componer sus resultados y tener ganancias extraordinarias, es empezar tan pronto como sea posible. En este sentido, Buffett sí fue muy afortunado, ya que tuvo el temprano interés de comprar su primera acción a la edad de 11 años.
“No importa cuán grande sea el talento o el esfuerzo. Algunas cosas simplemente toman tiempo. No es posible gestar un bebé en un mes, por embarazarse con 9 mujeres” , bromea Warren Buffett.
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