Juzgar a las personas no es tarea fácil. No estoy hablando de hacer un juicio de valor sobre lo que está bien o lo que está mal, sino de establecer cuán adecuada es una persona para un rol determinado, como por ejemplo, llevar adelante una empresa. Por más difícil que sea, los inversores tenemos que hacer esto todo el tiempo porque, al fin y al cabo, las personas son las responsables del éxito de nuestras inversiones.
Warren Buffett propuso un ejercicio simple:
Imagine que le dan la posibilidad de comprar el 10% de la vida de un conocido suyo. Usted recibirá esa proporción de todo lo que esta persona genere en toda su vida. ¿A quién elegiría?
¿Al que tiene mejor coeficiente intelectual? Probablemente no. ¿Al que tuvo mejores calificaciones en sus estudios? Tampoco sería suficiente. ¡Ni siquiera al más enérgico!
Seguramente será aquel que tiene las mejores cualidades de líder, honesto, al que la gente se le acerque y le respondan. Muy probablemente sea alguien con cualidades que usted aprecie.
Pero, para ponerle un poco de condimento al ejercicio, piense ahora en aquella persona en quien usted apostaría a “la baja”, es decir, que usted ganaría proporcionalmente a lo que esa persona pierda. ¿En quién pensaría?
Seguramente usted empezaría por pensar en esa persona que le produce rechazo independientemente de sus logros académicos. Sería aquel que otras personas no quieren estar a su alrededor. ¿Cómo sería? Probablemente sea egocéntrica, avara, deshonesta.
La clave en este ejercicio tan simple, es que el primer tipo de persona es la que normalmente tiene éxito a gran escala en los negocios. El segundo caso, normalmente tiene un éxito efímero, o sólo aparente, o de bajo vuelo.
Cada uno de nosotros contamos con la capacidad de juzgar a las personas que están detrás de los negocios. A veces simplemente no lo hacemos, pero es sólo porque nos falta suficiente información sobre ellas, y a veces por falta de confianza en nosotros mismos, olvidando que los grandes éxitos requieren de cualidades simples de identificar. Pero aún si no fuéramos muy racionales, sería simple también juzgar si determinadas personas son como a nosotros nos gustarían que sean. Las personas que poseen los valores y las cualidades que admiramos, nos hacen sentir más seguros respecto de la administración de nuestros intereses (la empresa en la que invertimos) que aquellas que tienen una idea brillante pero nos causan rechazo.
Las inversiones consisten en identificar tempranamente aquello a lo que le puede ir bien y aquello a lo que le puede ir mal. Si no podemos juzgarlo, entonces mejor no invertir. Los ingenieros dicen que “si no tiene ‘punto decimal’, entonces no se puede medir”. Pero hay ciertas cualidades básicas en las personas que nos protegen de poner el dinero en “fiascos”. Quienes confiaron en las cualidades de Warren Buffett, tuvieron su recompensa; quienes confiaron en las cualidades de Kenneth Lay, presidente de Enron, tuvieron su… lección.
Este ejercicio puede ensayarlo con las personas que están detrás de las empresas chicas, las empresas grandes, y también con usted mismo. De las buenas cualidades, no hay ninguna que usted no pueda adquirir. No se trata de ser el más apuesto, o el que mejor corre. De las negativas, no hay ninguna que tenga que tener. Usted puede adquirir y deshacerse de cualquiera de ellas.
Y la mejor parte, es que usted posee el 100% de lo que genere.
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