“El pronóstico, habla más del pronosticador que del futuro” – recuerda un viejo dicho del mundo de las finanzas. Sin embargo, la pregunta más frecuente entre los inversores es: “¿Cuál es el rendimiento esperado?”. La respuesta a esto, suele ser un dilema que divide los estilos de los inversores.
Si usted invierte con un horizonte de más de 5 años, con seguridad se verá afectado por factores muy difíciles de prever al momento de tomar su decisión. ¿Quién podría predecir con razonable precisión que en el próximo quinquenio nacerá determinada tecnología, que la tasa de interés de la FED volverá a sus máximos, o que Apple dejará de ser la empresa más valiosa del mundo? Estos acontecimientos podrían catapultar o destruir muchísimas inversiones, pero los inversores, en su mayoría, tienden a decidir con mayor foco en los rendimientos, que en estos acontecimientos. Algo así como juzgar un producto por su envoltorio.
Todo esto está muy bien para inversiones conservadoras y estables, pero se vuelve un poco más complejo cuando se trata de inversiones de mayor potencial, precisamente porque lo más atractivo es el rendimiento, y lo más importante resulta lo más difícil de medir: certidumbre, volatilidad, riesgo, liquidez, etc.
Los inversores profesionales son conscientes de la dificultad de predecir estas variables en el largo plazo. Por eso, eligen inversiones que tienen más chances de sobrevivir a los posibles obstáculos, y tienen expectativas razonables sobre los rendimientos. Conocen lo que ignoran.
Los inversores no profesionales tienden a confiar mucho en su visión sobre el futuro de sus inversiones, subestimando los riesgos y creando expectativas exacerbadas sobre los rendimientos. Ignoran lo que ignoran, y esto es justamente lo que produce el exceso de confianza, como si las expectativas fueran inversamente proporcionales al conocimiento.
El problema es que las inversiones tienen un alto contenido emocional. Pueden hacernos sentir eufóricos o aterrados, y ante este contexto, preferimos aferramos a la ilusión de seguridad, antes que aceptar una realidad que no está bajo nuestro control. De esta forma, buscamos ignorar lo que ignoramos para crearnos una sensación de estabilidad que nos permita lidiar con el tema de las inversiones. Pero esto, no nos convierte en mejores inversores.
Por eso, desde nuestro estilo personal, seguimos poniendo principal valor en los inversores y emprendedores que se esfuerzan en tomar buenas decisiones, con expectativas razonables y plenamente conscientes de todos los imponderables que puedan surgir en el tiempo.
Los pronósticos son y seguirán siendo inevitables en cada conversación de inversión… pero serán siempre más útiles para conocer al pronosticador, que al futuro. Y esto es varias veces más valioso!
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