Hoy quería compartir que hicimos una nueva inversión desde Grit Invest. Pero no puedo comentar ni en qué empresa, ni el porqué, ni cuándo fue exactamente, ni cuánto vale, ni cuánto invertimos, ni ahora ni más adelante. Entonces… ¿para qué lo escribo? Bueno, yo preferiría conocer qué sucede si estuviese del otro lado.
Lo de hoy puede resultar algo incómodo de escribir y de leer, pero nuestra intención nunca fue dedicarnos a difundir temas confortables, sino a hacer inversiones compartiendo aprendizajes que sirvan para ver la realidad más objetivamente y aceptarla tal cual es, con sus virtudes y sus defectos.
¿Cuál es el conflicto de fondo? Resulta que en un mercado donde existe una fuerte competencia entre las empresas, cada una está al acecho de arrebatarle el negocio a su competencia tal como lo haría un caballero de la época medieval queriendo conquistar un castillo. A su vez, las empresas emplean todos sus recursos para defenderse de los intentos de arrebato del enemigo. Cada empresa conoce bien qué es lo que no tiene que dejar que le arrebaten: para Walmart será su “garantía de los precios más bajos”, para Google será su algoritmo de búsqueda, para Apple será la fidelidad de sus usuarios, etc. Cuanto más exitosa sea la empresa, más atacada resultará, y para evitar el acercamiento hostil, construyen el equivalente a los “fosos con agua que rodean el perímetro de los castillos”. Este concepto del “foso económico” (“economic moat” en inglés) para mantener la ventaja competitiva es empleada por los inversores de todo el mundo, y fue acuñado por Warren Buffett. Le comparto un video en donde esto está explicado por su propio autor (ver aquí -en inglés-).
En las empresas innovadoras de hoy, uno de los principales aspectos a proteger es la información interna de sus negocios. Si una empresa pequeña está haciendo algo bien, no tardarán en aparecer nuevos competidores, o bien atraer la atención de los grandes que, con más capital, personal e infraestructura, buscarán quedarse con el negocio sin pedir permiso.
¿La solución? Encerrar las fórmulas, los planes, los números y cualquier otro tipo de información en la torre de un castillo en un cofre oculto cerrado bajo 7 llaves y construir un foso con agua muy profundo y de varios kilómetros de diámetro. Desde el punto de vista de la estrategia del negocio, esto tiene mucho sentido. Pero para los inversores, se presenta uno de los dilemas más complicados de manejar: ¿cómo acceder a la información relevante para invertir cuando esa misma información se protege al máximo del acecho de los competidores? Bueno, esto es lo que nos está pasando hoy, y por eso es tan importante analizarlo.
El caso actual
La empresa en la que acabamos de cerrar la inversión en cuestión es excelente por donde se la mire. Desde su nacimiento, estuvo ideada para llegar tan lejos como ninguna otra. Tuvimos la suerte de habernos cruzado con ella y haber podido invertir por primera vez cuando recién nacía, y hoy podemos decir que no tenemos otras palabras más que elogios para ella. No sólo son muy buenos profesionales, sino que la empresa está creciendo fantásticamente bien.
Sin embargo, nada de esto puede ser comunicado. La misma empresa estableció una política de confidencialidad sobre la información interna a la que todos debemos ajustarnos por el bien común. Pero cuanto menos se comunica, más incomodidad genera al inversor. ¿Es sostenible esta situación? Aunque parezca difícil de decirlo, ésta es la única situación de equilibrio entre las partes. Le cuento algunas anécdotas a continuación.
Algunas anécdotas
- Hace poco comentábamos que Uber, la “startup” privada más grande que se conoce (valuada en USD 60.000 millones) impidió que Google, uno de sus más grandes inversores, sea informado de los planes de la empresa por considerarlo un competidor tal como comentábamos aquí.
- También comentábamos, hace apenas 2 semanas, que nos habían ofrecido invertir en Spotify dejando en claro que nunca nos iban a compartir información interna de la empresa, tal como seguramente leyó aquí.
En definitiva, las empresas que están en condiciones de fijar las reglas de juego, suelen elegir no compartir mucha información. Ahora le pregunto a usted, como inversor, ¿toleraría invertir en una buena empresa que le brinde información limitada? ¿O se quedaría sólo con aquellas que comparten toda su información? Yo, si tuviera que elegir (en caso de no poder contar con todas las condiciones que me gustaría), prefiero quedarme en la inversión que me ofrezca los mejores rendimientos (aún con información limitada) que con aquellas que me ofrezcan la mejor información, aunque reconozco que el ser humano no es muy amigo de la incertidumbre.
Si. Ya sé. Usted pensará que con este argumento, todas las empresas evitarán compartir información sensible argumentando en que se están protegiendo de la competencia. Bueno, acá hay un duro trabajo de quien evalúa la oportunidad para no caer en un “falso positivo” (creer que se trata de una empresa con información valiosa cuando en realidad no la tiene).
¿De qué podemos hablar entonces en un newsletter cuando, por nuestro propio bien, no podemos compartir información concreta de lo que hacemos, ni de porqué lo hacemos, ni de qué esperamos? Bueno. Se puede hacer mucho.
Al parecer, esta información que para algunos es vital, no resulta tan importante para el mejor inversor del mundo. Warren Buffett que anualmente reune a 40 mil inversores en forma presencial en un estadio al que llegan de todas partes del mundo, le habla a sus accionistas de todo, excepto de los motivos de sus inversiones y de sus proyecciones como puede ver en uno de nuestros artículos recientes. No comparte lo que espera de sus empresas ni de los rendimientos esperados para Berkshire (hace poco lo consultaron específicamente por el escándalo de Wells Fargo que comentamos acá, y dijo que no iba a decir nada por ahora como puede ver en este artículo – en inglés -). Cada vez que le preguntan sobre alguna empresa, siempre responde: “El equipo está haciendo un trabajo estupendo”. No sólo eso: él está fervientemente en contra de enunciar proyecciones o pronósticos de cualquier tipo (él es autor de la frase “el pronóstico habla más del pronosticador que de lo que vaya a ocurrir”), y hasta le recomienda a todas las empresas de la bolsa que eviten anunciar sus perspectivas (“guidance”) para evitar generar una mala relación con los inversores, ya que muchas veces sólo sirve para alimentar el equivocado foco por el corto plazo. Puede ver más de sus opiniones sobre este tema desde este artículo de Bloomberg – en inglés -.
En síntesis, para ciertas empresas es mejor no compartir información interna, y también es deseable que el inversor no esté pendiente de ella. De hecho, podríamos pensar que aquellas empresas que comparten abiertamente su información, no sólo están pecando de creer que tienen un verdadero control sobre sus proyecciones, sino además, que no conocen nada que sus competidores ya no sepan, y de ser así, es preferible evitar a este tipo de empresas.
En estos días comentaba por Twitter sobre un reportaje que le hicieron a Gil Penchina, uno de los inversores ángeles más populares de Estados Unidos, en donde él comentaba que los inversores tienden a subestimar el impacto que el Mercado, el Aprovechamiento de Oportunidades, y la Suerte influyen en las empresas. No me salió otra cosa que comentar la nota recordando el viejo dicho: “Él conoce que desconoce, y eso lo hace mejor que quien no conoce lo que desconoce”. A veces, los más certeros en sus diagnósticos y pronósticos, están simplemente desconociendo lo que desconocen, o dicho de otra forma, se están sobre-estimando a sí mismos.
Nuestra misión seguirá siendo participar de empresas que tengan los negocios más prósperos, ya sea que tengan o no libertad para compartir información con sus inversores. Este es el método que los grandes inversores utilizaron con eficacia comprobada.
Antes de despedirme, le dejo una frase de Ray Dalio, el administrador del fondo de inversión más grande del mundo, que saltó a la fama por haber multiplicado los rendimientos del fondo cuando la mayoría de los inversores perdían durante la crisis del 2008:
“Más que cualquier otra cosa, lo que diferencia a las personas que alcanzan su potencial de aquellos que no lo hacen, es una disposición a mirarse a sí mismos y a los otros de manera objetiva”.
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