De chiquito mi mamá me repetía que “uno no valora lo que tiene… hasta que lo pierde”. El ejemplo más claro es con la salud: uno ni siquiera se da cuenta que existe, hasta que nos falta. Un caso similar ocurre cuando perdemos a las personas (bueno, a ciertas personas).
En relación a las inversiones, a menudo vemos que las personas aprenden el significado de la palabra “riesgo” luego de alguna apuesta que no salió como esperaban. Hay quienes invierten guiados por todo lo que puede salir bien, sin querer mirar las consecuencias de lo que puede salir mal.
Esto es algo así como quien conduce un auto o moto a gran velocidad pensando que así llegará más rápido a destino, hasta que un día sufre un accidente y pierde el buen estado de salud que tenía.
Por ejemplo, hace apenas unas semanas, la baja en la cotización del bitcoin provocó que casi 1 millón de personas perdieran todo lo que tenían en apenas 24hs. Para ellos, un único error (invertir en los máximos en forma apalancada) les significó tener que volver a empezar de cero y sin dinero para invertir (y hasta con alguna deuda que pagar). Es posible que hayan hecho 99 cosas bien, pero la número 100 les quitó todo.
Aún si no tuvieran que volver a empezar desde cero, corren el riesgo de perder algo muy valioso: el tiempo. Si alguien sufre una pérdida de 50%, necesita ganar un 100% para volver a tener el dinero que ya tenía. Una baja del 50% no es inusual. Recuerde lo que pasó con la bolsa argentina aquel famoso 12 de agosto de 2019 después de las elecciones PASO o más recientemente con las criptomonedas.
El tiempo en las inversiones es realmente crítico. Una inversión de USD 10.000 puede transformarse en USD 51 millones a lo largo de la vida de una persona. Sin embargo, para poder ganar un 100%, se requiere esperar unos 7,2 años tomando la tasa de crecimiento del S&P 500 (aprox. 10% anual). Es decir, se necesita ¾ de década para recuperarse de una caída del 50%. Esto es mucho tiempo, nuestra vida no es eterna.
Pero hay un ejemplo todavía más sutil que afecta fuertemente a los resultados en el largo plazo. En su libro Margen de Seguridad, que puede comprar en Amazon por apenas USD 1.400, Seth Klarman comentó que “Alguien que gana 16% por año durante una década, gana más que alguien que gana 20% durante 9 años y pierde el 15% en el último”.
En el largo plazo, podemos obtener mejores resultados con inversiones más conservadoras evitando pérdidas, que con inversiones más riesgosas/emocionantes que muchas veces nos hacen pensar que vamos ganando en el corto plazo. Aún cuando las caídas no sean dramáticas, uno pierde rentabilidad cuando se expone a caídas de cualquier tamaño.
Por todo esto, Warren Buffett suele decir: “La regla #1 de las inversiones es no perder dinero; regla #2, no olvidar la regla #1”. Esto es algo así como conducir un poco más despacio para evitar accidentes. Un amigo siempre me decía: “Más vale perder 2 minutos en la vida, que la vida en 2 minutos” cuando íbamos en auto a Mar del Plata.
Así de simple como suena, “evitar las pérdidas” es uno de los mejores consejos de inversión que existe. No tiene nada que ver con tenerle miedo al riesgo. Nada de eso. Se trata de esquivar las pérdidas de la forma más inteligente posible.
Por ejemplo. Si usted tiene USD 10.000, seguramente quisiera que se conviertan en USD 20.000, en cambio de perder USD 5.000 de arranque y luego esperar 7 años a recuperar lo que ya era suyo. A muchos inversores les cuesta valorar lo que no pierden, hasta que lo pierden.
El dinero en efectivo
Uno de los activos más interesantes de analizar es el dinero en efectivo. A simple vista, el dinero en efectivo no se considera una inversión. Sin embargo, es lo que “compra” a las inversiones.
¿Cuánto vale el dinero? Alguno podría pensar que USD 100 valen siempre USD 100. De hecho está escrito el número en el propio billete y eso no se borra aunque el poder de compra de ese billete se vea erosionado por la inflación. Pero en ciertas situaciones, esos mismos USD 100 pueden valer lo que un arca en un diluvio.
El valor del dinero cambia en función de la utilidad que le brinde a quien lo posee. Lo curioso es que los mercados de tanto en tanto ponen a los inversores en diluvios (bajas) que solo pueden ser atravesados por quienes tuvieron la previsión de haber construido un arca (efectivo).
Existe un famoso dicho en las inversiones que dice “En épocas de bajas, el efectivo es el rey”, no solo porque no se ve afectado por ellas, sino además porque es el único capaz de aprovecharlas. El gran desafío es atravesar períodos soleados (mercados alcistas) construyendo arcas (acumulando dinero) cuando nadie lo valora.
Por ejemplo. Durante el año 2000, había furor entre los inversores por comprar acciones de empresas tecnológicas. A nadie le importaba si estas compañías perdían dinero; solo bastaba con que tuvieran un propósito atractivo y se desarrollara en internet para que sus acciones subieran hasta niveles nunca antes vistos.
Mientras todo era euforia, Warren Buffett confesó no entender cómo estas grandes promesas lograrían ganar dinero algún día y se reusó a invertir. Por supuesto, recibió críticas de todos los colores: “¡Está viejo! ¡No entiende la nueva tecnología!” – le decían.
Mientras recibía las críticas, Buffett solo se dedicó a acumular dinero en efectivo en silencio: miles de millones de dólares en efectivo que no eran utilizados para nada, mientras por otro lado nacían nuevos millonarios de internet cada día.
Cuando la burbuja tecnológica del año 2000 estalló, Buffett fue uno de los pocos (poquísimos) ganadores que supieron aprovechar las oportunidades comprando una inmensa cantidad de inversiones con el dinero que tenía acumulado en sus “arcas”.
Y la estrategia funcionó. Si no hubiese donado la mitad de su fortuna, Warren Buffett sería hoy el hombre más rico del mundo. Sí, más rico que Jeff Bezos, Elon Musk y Bill Gates.
Es muy difícil estimar el valor de lo que uno no pierde. Tan difícil como valorar ese accidente que nunca fue o esa estafa que no nos “agarró” (en los últimos días recibimos varias consultas por grandes oportunidades de inversión con criptomonedas, que resultaron en estafas).
No importa si no podemos calcular el valor de lo que no perdemos. Si al menos somos conscientes de lo mucho que vale, encontraremos sentido en invertir nuestro tiempo para construir arcas.
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