Recientemente, Jeff Bezos alcanzó el preciado título de hombre más rico de la historia moderna, superando al máximo logrado por Bill Gates en el punto más alto de la burbuja “.com” en el año 1999. Hoy, el fundador de Amazon cuenta con una fortuna de USD 148 mil millones.
Sin embargo, su camino al éxito no fue todo “color de rosa”. De hecho, fue mucho más complicado de lo que la mayoría de las personas podría llegar a tolerar.
Jeff Bezos era un hombre acostumbrado a las alzas y a las bajas de los mercados. En el año 1990 ingresó a la firma D. E. Shaw & Co. para trabajar en un fondo de inversión. Allí ganaba bien y había logrado convertirse en Vice-Presidente Senior para cuando cumplió 30 años.
Sin embargo, decidió dejarlo todo para crear una empresa de venta de libros por internet. Su razón fue: “cuando tenga 80 años no quiero arrepentirme de no haberlo intentado”. Para ello necesitó de un capital inicial, y los primeros en aportarlo (sus “inversores ángeles”) fueron sus propios padres. Tanto a ellos, como al resto de los inversores que en conjunto aportaron los primeros USD 300.000 para Amazon, les advirtió que había un 70% de probabilidades de perderlo todo.
Sus comienzos fueron modestos. Según sus propios relatos, tanto su equipo como él mismo se encargaban de embalar los paquetes que luego serían enviados a quienes compraban a través de la página web. Abajo puede ver una foto de él en su oficina en los primeros años de su emprendimiento.
En 1997, su empresa salió a cotizar en la Bolsa de Valores de Estados Unidos. Por entonces dirigió unas memorables palabras a sus inversores: “continuaremos tomando decisiones de inversión en consideración de nuestro liderazgo de plazo, en lugar de considerar las reacciones de Wall Street en el corto plazo”.
Bezos, como hombre de experiencia en las finanzas, no quería que su empresa quede a merced de los altibajos que predominan en el mundo de las inversiones, aunque no imaginó que rápidamente tuviera que someter su convicción a una prueba de fuego que muy pocos son capaces de superar.
Los altibajos de los inversores
El año 1999 fue increíble para las empresas tecnológicas en el mercado de valores. En ese año, las acciones de Amazon acumulaban un 6.000% de ganancia desde que había salido a cotizar apenas 2 años antes.
Todo iba tan bien que a principios del 2000 Bezos decidió dar rienda suelta a sus sueños y creó la empresa de transporte aeroespacial Blue Origin para que los seres humanos puedan viajar y hasta asentarse en otros planetas.
Pero por esa misma época estalló la burbuja “.com”, dando inicio a una de las bajas bursátiles más bruscas que se hayan conocido en la historia. Unas 4800 compañías de internet desaparecieron entre el año 2000 y 2003. Las acciones de Amazon pasaron de USD 113.25 a USD 5.51 por unidad representando una baja de más del 95%.
Hace poco un amigo me comentaba que le costaría mucho tolerar una pérdida de un 20% en su cartera de inversión. De todos modos, él diferenciaba el caso de perder dinero que ganó trabajando, versus el caso de perder dinero que hubiera ganado con las inversiones. Por alguna razón, el segundo caso era más fácil de tolerar para él.
Si a una persona le cuesta tolerar una baja de un 20% en su cartera, ¿se imagina lo difícil que debe ser sufrir una baja del 95%? ¿Se imagina, además, la carga emocional que conlleva sentirse responsable de la pérdida del dinero de sus propios padres? No solo él tuvo el duro trabajo de soportarlo, sino además sus padres, que no tenían tanta experiencia y confiaron su dinero en él. Probablemente la mayoría de las personas no hubiese sido capaz de tolerarlo y mucho menos de seguir trabajando con energías a pesar de remar contra la corriente.
Pero Bezos ya había anticipado en 1997 que su compañía no intentaría complacer a los especuladores. Que no se dejaría influenciar ni por las alzas desmedidas en los precios de sus acciones, ni por los desplomes. Él seguiría enfocado en construir una compañía líder en el largo plazo.
Para el fundador de Amazon, el 95% de caída en las acciones no fue una pérdida. De hecho, él nunca perdió. Sus papeles cotizaron bajo durante algún tiempo pero él no se consideró responsable por la irracionalidad de la gente. Sus acciones pasaron a valer menos en el mercado como consecuencia de una volatilidad extrema, pero él seguía manteniendo una parte importante de la compañía (aproximadamente 40%) que seguía creciendo y tenía respaldo financiero. Amazon conservaba su valor más allá de su precio: “Precio” es lo que pagas, y “Valor” es lo que obtienes, como dice siempre Warren Buffett.
Una pérdida del 95% nos hace sospechar que, muy probablemente, muy pocos inversores hayan conservado acciones de Amazon durante la explosión de la burbuja “.com”. Muchas personas juzgan a las empresas por las variaciones de sus precios (algo así como juzgar a las personas por el tamaño de su billetera o por su apariencia), y una empresa cuyas acciones bajan, suele ser rápidamente considerada como una empresa sin valor, de la cual uno debe alejarse tan pronto como pueda.
Sin embargo, el tiempo premió a ese minúsculo grupo de personas que pusieron foco en el valor de la compañía o simplemente en la capacidad y en el compromiso de Bezos, y mantuvieron sus acciones más allá de los ruidos provenientes del mercado.
Hoy Amazon es la segunda empresa más valiosa del mercado estadounidense, su fundador es el hombre más rico de la historia moderna, pero la mejor lección de éxito de esta historia, es la de haber sabido manejarse a sí mismo durante las épocas de tormentas. Eso solo era un gran indicio del éxito que podría conseguir la compañía en el largo plazo.
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