Según un reciente informe del IESE Business School encargado por el FOMIN 1, en América Latina y el Caribe hay 665 inversores ángeles agrupados en 28 redes. Desafortunadamente, hay que considerar también que en al menos 7 de esas redes no se pudo constatar que estén ejerciendo alguna actividad.
Estas redes hicieron, en conjunto, 99 inversiones entre 2005 y 2011 por un monto total estimado de 26 millones de dólares.
Estas cifras muestran un desarrollo incipiente si se las compara con Estados Unidos. Keiretsu Forum, una red de inversores ángeles basada en USA, agrupa por sí sola a más de 1.000 inversores acreditados y 136 proyectos invertidos desde el 2009 hasta hoy.
Está claro que hay más inversores en la región que los mencionados en el informe de referencia, pero al no estar agrupados en una estructura, se hace más difícil identificarlos, hacer un seguimiento de su evolución como inversor y, peor aún, obtener datos que aporten a las estadísticas: pocas veces se encuentran inversores ángeles que comenten –“Yo perdí en el 50% de mis proyectos”. En general sobreviven sólo las historias ganadoras. En muchos casos, el inversor individual es reticente a publicar cuánto invirtió, cómo le va a su inversión (no estamos hablando de asuntos claramente confidenciales como la valuación a la que invirtió o cómo la empresa va a superar a la competencia). El inversor individual tampoco tiene continuidad a lo largo del tiempo: a veces realiza 2, 3 o 4 inversiones en un año, para luego dedicarse a hacer el seguimiento de las startups por los próximos años.
Es por esto que las redes de inversores son una mejor fuente de información ya que conforman una entidad superior a la del inversor individual capaz de sintetizar confiable y trasparentemente un conjunto de información sobre un período razonable de tiempo que empieza a ser útil como para detenerse a analizarla.
No hace falta, entonces, buscar muy lejos para encontrar las razones por las cuales los emprendedores de la región buscan sistemáticamente inversores de Estados Unidos. El problema es que los inversores estadounidenses buscan proyectos con talento latinoamericano pero con potencial de crecer en el lugar donde los primeros tienen a sus redes de contacto para poder aportar al proyecto algo más que el dinero. Es así como muchos de los más promisorios proyectos de Latinoamérica, que no tienen un negocio pensado para crecer fuertemente en Estados Unidos, chocan con la más indeseada respuesta por parte de un inversor entusiasmado con el proyecto, pero que no está dispuesto a invertir en él.
Latinoamérica tiene no sólo una gran tasa de emprendimiento, sino que además tiene emprendedores muy talentosos que habitualmente enfrentan severas dificultades para encontrar el financiamiento debido a estructuras ineficaces para canalizar el dinero de los inversores en sus proyectos. Afortunadamente, América Latina tiene un gran espacio para crecer, y es por eso que nuevos emprendimientos en el mercado de las inversiones de Venture Capital están poniendo todo su esfuerzo en achicar esta brecha y multiplicar el número de jugadores.
(1) Redes de inversionistas ángeles en América Latina y el Caribe
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