Hace un tiempo atrás me quedé sorprendido escuchando a un médico especialista decir “las dietas no sirven”. Con tantas personas queriendo cuidar sus formas… ¿cómo puede ser que alguien transmita un mensaje tan desalentador como ese? Lo más preocupante, para mí, es que las dietas tienen un aspecto en común con las inversiones: ambas requieren de postergar un placer presente (comer o disfrutar de lo que se compra) para poder conseguir algo mejor en el futuro (salud/buena forma o tranquilidad, más para comprar). Intrigado por el desafío, me puse a investigar qué quería decir con eso.
La cuestión era la siguiente: al parecer, el cuerpo “recuerda” cuál es el peso ideal que debería mantener para estar en equilibrio, y administra los recursos para llevarlo siempre a ese punto. Si recibe calorías de más, el cuerpo las entiende como excedentes y las elimina; si recibe calorías de menos, el cuerpo las conserva para protegerlo de la escasez. El problema, dicen los expertos, es que el cuerpo tiene memoria de muy largo plazo: aproximadamente una década. Durante todo ese período, el cuerpo intentará volver a la “normalidad” incluso cuando no queramos. Entonces, aún si estamos con el peso que nos gustaría tener durante 5 años, basta con descuidar brevemente la dieta para que el cuerpo vuelva al peso que “recuerda”.
A esta altura, usted pensará: -”¿Qué tiene que ver ésto con las inversiones?”. Más abajo lo vamos a explicar mejor, pero déjeme anticiparle que, en ambos casos, tendemos a buscar la solución en el lugar equivocado.
Resulta que los nutricionistas, sostienen que las dietas (el conjunto de alimentos que debemos ingerir para alcanzar un objetivo determinado) no sirven por sí solas para alcanzar el peso ideal. La razón principal es que a lo largo de todo el período que el cuerpo tiene memoria (10 años) el estado de ánimo de las personas va variando, y existe una altísima probabilidad de que una persona atraviese un período de muy poca fuerza de voluntad durante ese tiempo (depresión, cambio de prioridades, etc.) que le haga perder todo aquello que supo conseguir con mucho esfuerzo. Peor aún, el cuerpo puede sobre-compensar cambios y generar un efecto rebote, haciendo que en poco tiempo estemos peor que antes de empezar la dieta. Según dicen, la efectividad de una dieta no consiste en seleccionar el conjunto de alimentos para una persona (cosa que no es difícil de conocer), sino en sostener la fuerza de voluntad, la disciplina y la templanza de la persona a lo largo del tiempo para tratar de evitar que en algún momento quiebre el ritmo y eche todo a perder.
El punto más curioso es que los más exitosos inversores, como Warren Buffett, no se cansan de responder que para poder tener buenos resultados como inversores, no hace falta tener un título académico especial, ni un Coeficiente Intelectual superior al promedio, sino un control profundo sobre las emociones. A modo de broma, Buffett suele decir que si se requiriera un gran Coeficiente Intelectual para poder invertir, él todavía seguiría repartiendo periódicos (su primer trabajo de adolescente). La mayor dificultad para poder invertir, no está en seleccionar un conjunto adecuado de activos prósperos, sino en tener la fuerza de voluntad, la paciencia, la disciplina y la templanza para sostener las decisiones a lo largo del tiempo. Si por alguna razón el inversor se dejara llevar por sus impulsos, probablemente compre entusiasmado por las subas (cuando está caro) y venda espantado por el miedo (barato) perdiendo así todo lo ganado durante muchos años de esfuerzo.
En este caso también, para tener buenos resultados como inversor, hace falta trabajar más en la cabeza que en la cartera.
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