¿Alguna vez se preguntó por qué las personas inician emprendimientos de negocios? La corriente austríaca lo explica a partir del sentido de la oportunidad: el emprendedor visualiza una oportunidad de negocio que puede darle ingresos de dinero en el futuro, entonces organiza un emprendimiento/empresa para explotarla al máximo. No debería sorprendernos que el inversor razone de una manera similar.
Es común pensar que las oportunidades son situaciones poco frecuentes de sacar provecho de un contexto particular que se cruza por nuestro camino. A veces tenemos la idea de que hay que estar alerta a cuando ésto ocurra para saber detectarlo. Otras veces pensamos que hay que trabajar activamente para descubrirlas.
Pero hay un detalle: la oportunidad, desde el punto de vista del emprendedorismo, nace de una situación imaginada. Así lo afirma el doctor Peter Klain, especialista en emprendedorismo. Es una construcción de nuestra propia mente. No me estoy refiriendo a una propuesta laboral que nos llega inesperadamente. Me refiero a cuando una persona se le ocurre una solución para hacer algo más fácil, más rápido o más barato. Algo que no esté solucionado todavía, y requiera de tomar la iniciativa para fijar objetivos y coordinar recursos tendientes a obtener una ganancia.
Le voy a contar una anécdota que quedó para la historia.
Hace varios años, la empresa IBM construyó la primera computadora pensada para el uso doméstico, pero necesitaba de un Sistema Operativo que sirva para este fin. Quisieron contactar a una persona que había creado un Sistema Operativo parecido al que buscaban, pero demoraron en reunirse porque esta persona estaba de vacaciones. En el interín, se contactaron con quien era su “plan B”: un tal Bill Gates que entendía del tema. Le preguntaron si conocía a alguien que tuviera un sistema operativo con determinadas características, y él mismo dijo tenerlo.
Dicen las malas lenguas que en realidad no lo tenía, sino que luego de ofrecérselo a IBM, le compró el código a un programador, lo retocó un poco y le puso su propio nombre: MS-DOS. Dado que tenía el contacto directo con IBM, Gates tenía la chance de venderlo muy caro, y así sacar una buena diferencia.
Pero en vez de venderlo, acordó entregarlo a cambio de recibir una comisión cada vez que una computadora con MS-DOS se vendiera. Así nació el imperio de Microsoft y la leyenda del hombre más rico del planeta. Hay quienes dicen no entender cómo IBM hizo un acuerdo de ese tipo, considerándolo el peor error de su historia. Hay quienes dicen que IBM no imaginó lo que el futuro de las PCs podían ser y Bill Gates sí.
Lo que queda por discutir es cuál fue la verdadera oportunidad: ¿Fue el hecho de haber recibido el llamado de IBM? Muchos coinciden en que esto hubiera quedado en el olvido si Bill Gates les vendía el código. Lo que quedó en la historia, fue que el desarrollo de las PCs había sido imaginado por Bill Gates y no por IBM.
En este mismo sentido, cuando el inversor evalúa una oportunidad de negocio, tiene que poder “ver” la oportunidad para apostar por ella. Esta subjetividad hace que algunas personas puedan “ver” inversiones como buenas oportunidades y otras no. Muchos economistas dicen que, más que una cuestión de expectativas, una inversión es un acto de fé.
Cuando piense en su próxima oportunidad de inversión, recuerde no buscarla afuera, sino ahí donde siempre estuvo: en usted mismo.
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