Ayer hablábamos con un muy querido inversor sobre el período ideal en que uno debería mantener una inversión antes de venderla. “¿Será un año? ¿Serán tres?”,se preguntaba. La respuesta, como es de esperar, es “depende”. ¿Y de qué depende? Bueno, depende de cada uno. Claramente, esta respuesta no ayuda en nada a la pregunta que el inversor me formulaba, así que voy a intentar comentar qué debería considerar cada uno para saber cuánto tiempo tiene que mantener una inversión.
Algunas personas hacen inversiones con el foco puesto en cómo van a aprovechar/disfrutar sus ganancias. Ejemplo: compran un departamento pensando, desde un primer momento, que utilizarán el dinero del alquiler para hacer un viaje cada año o que van a ayudar a sus hijos. El motivo que empuja a una persona a invertir está directamente relacionado con el compromiso y con el cuidado que esa persona le presta a su inversión.
Esto se ve muy fácil de entender, pero….
A todo inversor (bueno, para evitar exagerar, debería decir “a casi todo inversor”) le llega el día en que ya agotó todos (o casi todos) los recursos con los que contaba para invertir. Lo primero que piensa es en que le gustaría comprarse su segundo departamento para tener una segunda renta pero rápidamente concluye que no puede hacerlo sino hasta que transcurran algunos años. Es ahí cuando empieza a coquetear con inversiones que resulten más rentables, es decir, que le permitan ganar más dinero a partir del mismo capital con el que cuenta. Pero hay una mala noticia: las inversiones en departamentos (o bonos, plazos fijos, etc) no permiten rendimientos muy atractivos a lo largo del tiempo. Tal vez en algún período determinado retornen un poco más que el resto, pero no así a lo largo de toda la vida de la inversión. Para conseguir mejores rendimientos se requiere de otro tipo de inversiones que aunque rindan poco durante algún período, a la larga rinden mucho más, como es el caso de las inversiones en empresas.
Cuando un inversor incursiona en las inversiones en empresas, no solo espera un mayor rendimiento de ellas sino que también asume (con muy buena lógica) que existe algún aspecto negativo o algún sacrificio a cambio de obtener ese mayor rendimiento. Entonces, de manera intuitiva los inversores suelen formular dos preguntas: ¿cuánto es el riesgo? y ¿cuánto tengo que esperar? Esas dos preguntas que incluyen la palabra “cuánto” intenta dilucidar si existe una “cantidad” de sacrificio que el inversor tenga que asumir, que compense la “cantidad” de rendimiento que se pretende alcanzar.
A las personas nos gusta pensar en términos de números precisos, por ejemplo: ¿cuánto tengo que dejar de comer y cuánto tengo que correr hasta llegar a bajar esos tres kilos para el verano? Y si el doctor nos responde “depende”, vamos a buscar a otro doctor, y luego a otro, hasta encontrar alguno que nos brinde un número final. Y si incluye decimales, suena todavía mucho más profesional y creíble. Da confianza. En el mundo de las inversiones pasa exactamente lo mismo, tanto con las startups como con las inversiones en empresas que cotizan en la bolsa de valores.
A la pregunta de “¿cuánto es el riesgo?” intentaremos abordarla en futuras oportunidades porque es muy interesante. Pero ante la pregunta de “¿cuánto tengo que esperar?” es muy frecuente encontrar la contundente y certera respuesta de… ¡cinco años! Las personas pueden estar de acuerdo o no en esperar cinco años, pero sin dudas este es el tipo de respuesta que la mayoría estaba buscando. Este número tiene sentido: las inversiones necesitan tiempo para madurar. Si un departamento necesita dos años para ser construido, no me sirve de nada retirarme a mitad de tiempo y quedarme con un departamento a medio hacer.
Pero en el caso de las inversiones en empresas, esta respuesta tienen otro propósito: desalentar la participación de los inversores que tienen mirada a corto plazo. En el mundo de las inversiones hay opciones para todos los gustos, y uno de los mayores pecados es permitir que una persona con foco en el corto plazo se involucre en una inversión de largo plazo, o que una persona con foco en el largo plazo se involucre en una de corto plazo. No hay vueltas, no funciona. Es garantía de insatisfacción y de rápido desencanto, y para evitar esto, es que a veces se toman atajos en la información.
Si tuviera suficiente tiempo para hablar con un amigo que viene teniendo una renta en departamentos para ayudar a sus hijos y que quiere incursionar en el mundo de las inversiones, podría dedicar un almuerzo, una tarde, una cena a intercambiar ideas sobre la importancia de invertir en el largo plazo. Le comentaría:
- Que con un simple rendimiento de 10% anual, podría duplicar su dinero cada 7.2 años y todo lo que eso implica. Que reinvertir las ganancias genera un efecto exponencial en el largo plazo.
- Que las inversiones en empresas suben y bajan pero que eso no es riesgo, sino volatilidad. Que la volatilidad permite a los inversores comprar activos a buen precio, por tanto no solo no es enemigo del inversor sino su mayor aliado.
- Que no preste atención a los rumores y que siga de cerca a las personas que han conseguido éxitos. Que no intente predecir lo que va a ocurrir, que tenga paciencia infinita para hacer los movimientos en el momento adecuado.
- Que han existido guerras, crashes, burbujas, etc. y las inversiones han seguido creciendo, que la innovación ha continuado a pasos agigantados.
Sin embargo, si tuviera algunos escasos segundos o minutos para intercambiar ideas con alguien, o bien escribirlo por Twitter, le diría una frase que lo resume todo: “conviene tener un horizonte de inversión de cinco años”. Lamentablemente, esta no es una respuesta que refleje la importancia de todo lo anterior. Eso lleva tiempo y esfuerzo, y en el mundo real uno no siempre cuenta con todo eso. Pero es una respuesta que permite transmitir un mensaje de manera contundente, breve, fácil de recordar, y que en definitiva, logra el mismo efecto.
En sus más de 75 años en actividad, Warren Buffett, considerado el mejor inversor de todos los tiempos, hace también un gran trabajo de “desincentivo” para aquellas personas que no tienen la disposición mental y emocional adecuadas. En él, es frecuente escuchar: “nuestro período de inversión ideal es ‘para siempre’”.
Esta respuesta es tan fácil de transmitir como difícil de cumplir. En realidad, tampoco es una regla de inversión, es simplemente una forma sencilla de evitar una respuesta larga. No logra explicar toda la naturaleza de sus inversiones por sí misma, pero sí logra un efecto similar. Para quien tenga la posibilidad de hablar con él por largo rato, o para quien tenga tiempo de leer las 1167 palabras de este artículo, es interesante tener en cuenta que detrás de una simple respuesta, hay una motivación más profunda que intenta obrar en beneficio de todos.
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