Era un día como cualquier otro. Las noticias indicaban que el mundo se estaba recuperando poco a poco de una de las mayores crisis de su historia. Los índices globales alcanzaban niveles que eran comparables con las marcas alcanzadas antes de la debacle. El VIX (índice de volatilidad implícita considerado como indicador del nerviosismo del mercado) estaba en sus mínimos. Nuestras casillas de mail se llenaban con recomendaciones de compras de acciones bajo la promesa de un futuro próspero y rentabilidades más que tentadoras.
Mientras tanto, en alguna parte del diario aparecían tímidas menciones sobre manifestaciones en Egipto que no llamaban la atención. Pero las revueltas comenzaron a cobrar fuerza y las bolsas empezaron a caer. Cuando se fue Mubarak, el mercado recuperó el aliento. A los pocos días se instauró un conflicto similar en Libia, y antes de descifrar cual sería su impacto, ya sorprendió el tsunami en Japón.
Todo se veía nublado en esos días: las bolsas volvían a caer; el Nikkei, en particular, se desplomaba y se hablaba de suspender las transacciones hasta que cese la incertidumbre; el petróleo comenzaba a subir de manera desenfrenada; ahora los mails que llegaban tenían un tono alarmista; el conflicto en Libia y la situación de Japón estaba ahora en la tapa de todos los diarios y la palabra más repetida en las noticias financieras era “vender”. El miedo de los inversores parecía aumentar proporcionalmente a la cantidad de veces que el noticiero mostraba un auto arrastrado por la marea en el techo de un edificio japonés. Fue una verdadera revolución emocional…
…20 días después, los índices recuperaron casi todo lo perdido en estos acontecimientos. Es muy fácil decirlo con el diario del lunes, pero, ¿quién lo hubiera pronosticado? ¿quién hubiera podido predecir cuanto duraría? ¿quién hubiera podido controlar el miedo? ¿quién hubiera tolerado tal incertidumbre sin haber reaccionado al desastre evidente? Aún hoy, ¿esto es cosa del pasado, o todavía puede ser peor?
Cuando hacemos una reflexión retrospectiva (cosa que solo ocurre cuando el ritmo cardíaco vuelve a la normalidad) recordamos algunas de las principales premisas de las inversiones: lo importante es saber donde y cuando invertir… luego es una cuestión de paciencia. Pero,
– ¿Cuanta paciencia?
– Toda la que sea necesaria.
– ¿Y si los precios de las acciones siguen bajando?
– Hay que verificar si cambiaron los supuestos que llevaron a realizar la inversión (a menos que en realidad estemos haciendo trading), y si no cambiaron, habrá que seguir siendo pacientes aunque eso, sin duda, no tenga nada de fácil.
A veces, y solo a veces, conocer la cotización en tiempo real de un activo financiero no nos da mejor información para la toma de decisiones.
El rol del tiempo y la paciencia en el Capital Emprendedor
Las inversiones en Capital de Emprendedor se basan en los mismos principios que el resto de las inversiones, solo que en este caso la paciencia no es UNA opción sino que es la “ÚNICA opción” (no hay opción). Las empresas nacientes no cotizan en bolsa y por lo tanto no podemos tener un precio de referencia de las acciones segundo a segundo.
Las transacciones de compra-venta de acciones (o inversiones de capital) de empresas chicas suelen ser poco frecuentes: quizá pasen no menos de un par de años antes que un nuevo comprador o inversor negocie un acuerdo que implique 1) establecer un precio de transacción producto de una valuación y 2) dar oportunidad de entrada y salida de socios con movimientos de dinero. A pesar que basta con un solo buen acuerdo para obtener un resultado que multiplique por varias veces la inversión inicial, el rol del tiempo juega uno de los papeles más relevantes en la decisión de participar o no en este tipo de inversiones (a menos, claro, que esta inversión represente un porcentaje tan chico de su cartera que su tolerancia al tiempo se origine por la poca incidencia de esta opción respecto sus otras inversiones, en cuyo caso la superación del desafío psicológico se da por una cuestión de irrelevancia). Cuando hablamos del tiempo, en realidad nos estamos refiriendo al período que transcurre entre acuerdo y acuerdo sin valuaciones ni liquidez.
Pero… ¿es realmente un obstáculo la extensión del tiempo?
Warren Buffett es un experto en materia de paciencia. Considera que su horizonte de inversión es “para siempre” y que los precios de las acciones pueden reflejar un valor equivocado de las empresas durante varios años. Más de una vez, cuando fue consultado sobre políticas que permitieran evitar catástrofes financieras, clamó por la existencia de una ley que obligue al inversor a conservar sus acciones por un período mínimo de 1 año. Más aún, recomienda a inversores principiantes invertir mediante instrumentos que no brinden la posibilidad de ceder ante la tentación de vender rápidamente en caso de dudas.
En una situación más cercana a nuestra realidad cotidiana, es común que tengamos un precio de referencia de la propiedad en la que vivimos. Sin embargo, nadie se imaginaría a un propietario yendo todos los días a la inmobiliaria para ver cuanto varió el precio de su casa en las últimas 24hs… tampoco es imaginable esa situación en una empresa nueva.
Aún cuando se realicen compras de acciones cotizantes con la intención de mantenerlas por un largo plazo (ej. comprar acciones en la bolsa con un horizonte de 5 años), el hecho de saber que el inversor tiene la posibilidad de salirse cuando quiera genera una sensación de seguridad que anima a tomar riesgos: “Yo compro, pero si me arrepiento, o viene otro tsunami, entonces vendo”. En inversiones de Capital Emprendedor pensamos: “Yo compro, y si se desata un conflicto en el país donde vendemos, nos juntamos con nuestros socios para adaptar la estrategia de venta”.
Mas allá de todas las sorpresas que puedan presentarse luego de haber realizado una inversión en una empresa nueva, la paciencia no puede estar en discusión. La paciencia es la cualidad que nos va a permitir dar espacio al crecimiento del negocio para que éste encuentre su punto de maduración justo frente a la siguiente situación de acuerdo de venta o inversión.
En inversiones de Capital Emprendedor, la paciencia es quizá una de las principales barreras psicológicas a vencer… pero por el contrario, el rol del tiempo dota a esta alternativa de características que son recomendadas por cualquier inversor de largo plazo. Por lo tanto, aquello que suele representar una barrera, debería ser en realidad su principal atractivo.
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