La crisis argentina sirvió como recordatorio de que en los mercados, eso que parecía imposible, un día pasa. Por tanto, ahora que lo tenemos más “fresco” en nuestra memoria, tendemos a percibirlo como más probable en cualquier otra circunstancia o cualquier otro mercado, ignorando cuales sean las verdaderas probabilidades. A este efecto o distorsión de nuestro razonamiento se lo conoce como “Heurística de disponibilidad” y afecta en mayor o menor medida a todas las personas.
Por eso hoy, cuando los inversores miran a EE.UU., cuyo mercado es ahora 1500 veces más grande que el de Argentina, y ven que se encuentra en la racha alcista más larga de su historia, que se corresponde con la expansión económica más larga de su historia, pero que justo ahora empieza a mostrar señales que típicamente anteceden a las crisis bursátiles… uno tiende a pensar que: “¡Está clarísimo! ¡Se va a caer en cualquier momento! ¡Llegó la gran oportunidad de apostar a la baja del mercado estadounidense! Si bajara aunque sea la mitad que ese 75% que bajó Argentina desde su máximo, yo ganaría […]”. Esta sensación está también alimentada por el número creciente de “gurús” que ostentan tener (y vender) fórmulas para “ganar con las crisis”, con promesas de altísimos retornos.
La idea, en sí misma, tiene lógica, considerando la situación que mencionamos anteriormente. Además, es como un sueño hecho realidad, ¿quién no quisiera ganar cuando los mercados suben, luego seguir ganando cuando los mercados bajan, luego cuando vuelven a subir, y así hasta el infinito? En teoría, eso es posible. De hecho, hay una conocida película llamada “La gran apuesta” basada en la historia real de Michael Burry que ganó una fortuna y se convirtió en “héroe visionario” anticipando la crisis financiera del 2008 por la burbuja inmobiliaria. Como dato de color, el mismo “visionario” de aquella gran apuesta dice que hoy hay nuevamente una burbuja.
Pero las historias de Michael Burry o la de George Soros, que alcanzó la fama en 1991 por ganar USD 1.000 millones en un día apostando a la baja de la Libra Esterlina, son la excepción y no la regla. En la práctica, hay más chances de perder con estas estrategias que de ganar. Le cuento.
Existe una gran variedad de formas de ganar dinero cuando una acción baja: cualquier broker permite hacerlo, o bien puede comprar activos que suben cuando otros bajan (ej, SH), más todo lo que usted se imagine.
Pero independientemente del método que se use, todos y absolutamente todos los interesados, sin importar experiencia ni tamaño, enfrentan un mismo y crítico problema: no es posible predecir cuándo se producirán las bajas. Por tanto, si alguien apuesta a la baja, y luego los mercados suben, la pérdida puede ser fenomenal. Peor aún, estas “jugadas” tienen ganancia limitada, ya que nada puede bajar más que un 100%, pero pérdidas ilimitadas ya que, al final del cuento, los mercados siempre suben, incluso sin justificativos: “Los mercados pueden mantenerse irracionales más tiempo que el que usted pueda mantenerse solvente”, decía John Maynard Keynes, uno de los hombres más influyentes de la economía del siglo XX, que quedó prácticamente en bancarrota tras un tiempo de especular con la Libra Esterlina.
Jim Rogers, quien era socio del mismísimo George Soros al momento de la afamada apuesta contra la Libra Esterlina, viene prediciendo una baja inminente de tamaño colosal… ¡desde el año 2011!Aquí puede ver un artículo nuestro con una recopilación sus más terribles y graciosas predicciones de alguien que saltó a la fama por acertar solo una vez, el resto de su carrera fue simplemente “Heurística de disponibilidad”. Si sigue insistiendo, algún día tendrá razón (hasta yo puedo asegurar que tarde o temprano ocurrirá), pero nadie sabe cuánto dinero perdió Rogers en los últimos 8 años, ya que sus malas apuestas fueron guardadas en el más absoluto de los secretos.
Afortunadamente, sí podemos saber cuánto perdieron otros famosos inversores que manejan fondos para sus “clientes” (me refiero en tono irónico). Por ejemplo: hace dos años, David Einhorn, quien se hizo conocido por acertar apostando a la baja de Lehman Brothers antes que caiga en bancarrota en 2008, detectó otras empresas que estaban caras y consideró que era una buena idea apostarles a la baja también. ¡Y tenía razón! ¡Estaban muy caras! ¡Pero siguieron subiendo igual! Esas empresas eran Amazon, Netflix y Teslaque llegaron a subir 50% pocos meses después del día en que Einhorn apostó que bajarían. Los inversores del fondo de Einhorn (y no él) sufrieron una pérdida del 34% durante el 2018 logrando el peor año de su historia, mientras que el S&P 500, tuvo una suba del 0.61% en el mismo período. En el año anterior, 2017, sus rendimientos ya se habían quedado 20% atrás del S&P 500por el mismo motivo.
Finalmente, un día se ocurrió algo de lo que Einhorn esperaba: cayó una (y solo una) de las empresas a las que había apostado a la baja. Se trató de Tesla, y fue gracias a un “error no forzado” de su fundador, Elon Musk, que puso información falsa en twitter provocando un escándalo tal, que los reguladores le impusieron sanciones y sus acciones cayeron. La apuesta terminó “dando unos pocos frutos”… ¡pero de casualidad! En el camino, Einhorn hizo que sus inversores quedaran rezagados un 55% detrás del S&P 500 en el lapso de 24 meses y nunca más los recuperó. ¡Un daño irreparable! Pero la “Heurística de disponibilidad” hace que su fama siga ligada a aquella apuesta que acertó.
“Los inversores han perdido mucho más dinero queriendo anticiparse a correcciones, que en las correcciones mismas”, dijo Peter Lynch.
“Es más importante tratar de evitar las tonterías”
La experiencia es uno de nuestros mejores maestros, pero si aprendemos únicamente de nuestros propios errores, puede costarnos demasiado caro (vea más en el artículo “El entretenimiento más caro del mundo”). Por eso, una de las mejores formas de crecer como inversores es aprendiendo de los errores ajenos, como los de Keynes o Einhorn.
Pero esto no es tan fácil como parece. Cuando vemos otros casos o alguien nos acerca soluciones a problemas que nunca tuvimos, tendemos a ignorarlos como cuando éramos chicos y nuestros padres nos decían: “No juegues con eso que te vas a lastimar” y ¡zaz! Inmediatamente nos lanzábamos a probar aquello que no debíamos, para recién entender la importancia del consejo cuando sufríamos las consecuencias en “carne propia”.
Hay inversores que ven esto último como algo positivo. Por ejemplo, Ray Dalio, fundador de fondo de cobertura más grande del mundo, escribió un libro llamado “Principios” donde afirma que “dolor + reflexión = progreso”. Tal es así, que asegura que deberíamos sentirnos “afortunados de sentir dolor, si sabemos abordarlo correctamente” (ver libro Principios, P.17). Al parecer, el veterano inversor se siente cómodo con el dolor que le causan sus propios errores, pero lo raro es los siga cometiendo: su carrera comenzó quedando en bancarrota por una apuesta a la baja, y hoy sigue haciendo lo mismo.
Si bien Dalio cuenta con medio siglo de experiencia, su nombre saltó a la fama por haberse anticipado correctamente a la crisis financiera del 2008. Sin embargo, que en lo que va del 2019, su fondo estrella viene perdiendo un 6%por apostar a una caída que todavía no sucedió, mientras que el S&P 500 viene ganando un 16.60%. Es decir, viene perdiendo un 22.6% con respecto a los mercados. La compañía de Dalio administra USD 160 mil millones, cuenta con 1700 profesionales, un gran poderío tecnológico, 37 años de experiencia, pero no puede predecir cuándo la crisis ocurrirá, y hasta pierde mucho dinero de sus clientes intentándolo. Dalio predica que los errores son una gran fuente de aprendizaje, pero es el ejemplo viviente de que no es tan fácil dejar de cometerlos…. ni los ajenos, ni los propios.
Ni siquiera aquellos que son recordados por sus “hazañas”, pudieron repetir lo que hicieron en alguna vez: ni Soros, ni Rogers, ni Burry, ni Einhorn, ni Dalio. Sobre esto, Warren Buffett tiende a pensar que, lejos de ser visionarios, estos casos tomaron notoriedad gracias a la suerte que tuvieron en que el mercado haya caído poco después que ellos hicieron sus apuestas. De haber caído antes o después, otros serían los “famosos”. Para más información acerca de cómo la suerte influye en algunos “casos de éxito”, puede leer uno de los más memorables ensayos de Buffett llamado “Los super-inversores de Graham & Dodds’ville”.
A veces, las estrategias que parecen más inteligentes o más sofisticadas, no hacen más que agregarle maquillaje a ciertas inversiones para que se vean más atractivas y así recaudar más dinero de inversores que buscan emociones, generando un efecto decepcionante cuando el tiempo “les lava la cara” y quedan a la vista los números tal cual son.
Cuando a Charlie Munger, vice-presidente de Berkshire Hathaway, le preguntan cómo es que ellos hacen para conseguir mejores rendimientos que el resto sin apostar a la baja, y sin usar apalancamiento, él suele repetir:
“Es notable cuánta ventaja a largo plazo han obtenido personas como nosotros al tratar de ser consistentemente no estúpidos, en lugar de tratar de ser muy inteligentes”.
No es necesario arriesgar su patrimonio solo para comprobar que ganar con las crisis es más difícil de lo que parece. Mirar las dificultades que atravesaron y atraviesan los más experimentados, puede ayudarlo a evitar pérdidas y crecer como inversor.
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