El lunes por la mañana, intentando leer las noticias por internet, se me hizo imposible enterarme de lo que estaba pasando en el mundo más allá de los dos temas que me invadían sin permiso: los resultados de las PASO y el precio del Bitcoin, que había superado la barrera de los USD 4.000. Parecía que la prensa y los lectores se habían puesto de acuerdo en hacer un “piquete mediático” para no dejar pasar ninguna información que fuera de otra temática.
Curioso por entender las distintas voces, me encontré leyendo comentarios subidos de tono entre fanáticos de distintos bandos. Hacía “click” en la computadora y “tap” en el teléfono al mismo tiempo. Veía con asombro que un amigo que solía tener 5 “likes” por tuit, llegó a recibir más de 1.000 al poner una frase provocadora, una frase que le salió de lo más profundo de sus emociones, en donde había vaticinado sin fundamentos una derrota aplastante (no importa de quién). Consiguió muchos adeptos, y además consiguió mi atención, casi logró convencerme de que no había nada más importante ese día.
Se me hizo difícil encontrar eco para discutir otros temas. Había algo que venía siguiendo con cuidadosa atención, pero por alguna razón parecía no importarle a nadie. Resulta que para el cierre de los mercados del viernes, había visto que las acciones de empresas muy admiradas habían caído muy fuerte: Amazon cayó un 8% en los últimos 15 días, Mercado Libre cayó un 17% en la última semana, Snap (Snapchat) un 14% en un solo día. Son empresas innovadoras, con muchas fortalezas y de rápido crecimiento.
Estas empresas tienen especial importancia para mi porque desde hace tiempo que las vengo siguiendo de cerca considerando la posibilidad de incorporarlas en nuestras carteras ya que tienen excelentes negocios y buenas perspectivas para el futuro. El único problema es que hoy están cotizando a precios muy por encima de lo razonable. Este último detalle puede transformar a una muy buena empresa en una muy mala inversión, tal como analizamos justamente hace dos semanas en este artículo, cuando estas caídas no se habían presentado.
Sin embargo, a veces encontramos “gurús” que sí invierten en ellas a precios altísimos asumiendo riesgos enormes para sus inversores como es el caso de George Soros de Soros Fund Management, Dan Loeb de Third Point, David Tepper de Appaloosa Management y otros, que invirtieron una parte considerable de sus carteras en Snapchat a precios injustificables. Fue así como, al mismo tiempo que el Bitcoin batía récords, este grupo de gestores profesionales perdían dinero, es decir, el dinero de sus inversores… y me refiero a mucho dinero de sus inversores.
Mientras que en la televisión no muestran otra cosa que políticos peleándose, los “expertos” están tomando riesgos innecesarios, y perdiendo dinero con ello. Pero a veces, la mejor inversión es aquella que no se hace. A veces “no hacer nada” genera más retornos que invertir en grandes promesas en el peor momento. Es muy difícil pensar esto cuando todo es euforia, por eso para ilustrarlo, me gustaría compartirle una anécdota.
Suerte es la oportunidad que encuentra a la preparación
En el año 2000, Warren Buffett era muy criticado por no invertir en acciones de empresas tecnológicas. Sus propios inversores le reclamaban que recapacite, que se adapte, y era acusado de haber perdido sus habilidades como inversor. Para peor, Buffett se defendía públicamente diciendo que se mantenía al margen porque “no entendía” cómo esas empresas se mantendrían rentables en 10 o 20 años. Le recomiendo este artículo publicado en el año 2000 enumerando alguna de las críticas que los inversores hacían sobre Buffett y su aversión a las empresas tecnológicas (ver aquí). Claramente no debe haber sido sencillo soportar semejante cantidad de reclamos y comentarios despectivos cuando cualquier novato que invertía en una empresa “.com” podía ganar un 100% en un mes.
Naturalmente, los inversores perdieron la confianza en el Oráculo de Omaha y empezaron a vender las acciones de Berkshire Hathaway. El artículo con fuertes críticas fue publicado el 6 de marzo del 2000. En esa misma semana, el 10 de marzo, las acciones de Berkshire Hathaway alcanzaron su precio más bajo en años, llegando a perder un 43% en los últimos 12 meses, al mismo tiempo que el NASDAQ batía su récord histórico de 5.000 puntos habiendo crecido un 116% en el mismo período. En medio de un contexto adverso para él, Buffett seguía diciendo que no invertía en empresas tecnológicas porque “no las entendía”.
Ese día, la burbuja tecnológica explotó y los roles se invirtieron. En los 12 meses que siguieron, el NASDAQ perdió un 61%, mientras que las acciones de Berkshire Hathaway se revalorizaron un 72%.
Lo curioso, es que solo después del estallido de la burbuja los inversores se percataron de sus malas decisiones. Cuando los precios subían, nadie quería quedarse fuera de la fiesta. Cuando los precios bajaron, todos se volvieron prudentes, pero para entonces ya habían perdido más del 50% del valor de sus inversiones.
Dicen que “la suerte es la ocasión en que la oportunidad se encuentra con la preparación”. Por eso, más allá de los resultados de las PASO, del precio del Bitcoin o de los tuits de Donald Trump contra Corea del Norte, no deje nunca de estar atento a todo lo que aparece ante sus ojos, para reconocer una oportunidad cuando todavía puede aprovecharla. De esa forma, ayudará a que la “suerte” se vuelva de su lado.
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