Parece como si se hubieran puesto de acuerdo. Desde el 20 de julio (“Día del Amigo”), el oro, la plata y el bitcoin comenzaron a subir con fuerza y de manera sincronizada. El oro batió sumáximo histórico tras superar los USD 1.980 por onza, la plata creció un 24% y el bitcoin un 21%. Todo esto en apenas los últimos 10 días. Los inversores dejaron todo lo que estaban haciendo para contemplar a estas “Tres Marías” que yacen en el cielo de los mercados.
Existen varios motivos por los que la gente compra oro. Por un lado, es un recurso limitado que existe físicamente y que, a diferencia de los pesos o dólares, NO pueden devaluarse con un “simple chascar de dedos” de los gobiernos de turno (y en especial, cuando una pandemia lo justifica). También están quienes lo compran por “status”: es un metal precioso que representa riqueza, es utilizado para la elaboración de joyas, y pareciera que poseer oro físico de 24 kilates en casa o en la caja fuerte del banco levanta más el autoestima que cuando un calvo recupera su cabellera.
En la mayoría de los casos, los gastos para adquirirlos y guardarlos físicamente son tan altos que de esta forma terminan resultando una mala inversión – algún día hablaremos sobre ello-, pero tengo muchos conocidos que aún así prefieren verlo y tocarlo, así como también hay a quienes les gusta contar y re-contar periódicamente los fajos de dólares y hasta “apreciar su aroma” (creo que debería renovar el grupo de gente con la que hablo). La plata sigue un razonamiento similar.
El bitcoin es considerado el “oro digital”: su oferta es también limitada y se especula con que, a medida que se masifique su uso, su precio irá subiendo “hasta el cielo” (algunos pronostican que llegará al millón de dólares antes del 2027). Hoy, el bitcoin, y las criptomonedas en general, son la forma en que los argentinos se dolarizan y hacen transferencias al exterior de forma legal sorteando las mil y una restricciones del gobierno (eso sí, a un tipo de cambio más cercano al “libre” que al “oficial + impuesto país”). ¿Quiere saber cómo se hace? Puede abrirse una cuenta en Ripio y empezar ya mismo. Más abajo le explico porqué justamente allí.
¿Es momento de comprar oro/plata/bitcoins? Bueno, la respuesta depende de qué tipo de inversor sea usted.
- Si usted es un inversor de corto plazo, le diría: “Es demasiado riesgoso” (quise decir “No” pero me salió una versión más sutil). Si un activo está en sus máximos históricos o subió un 21-24% en los últimos 10 días, mañana puede bajar con la misma velocidad a los valores “normales” y usted perder dinero en el camino. Puro sentido común. Aunque también, claro, hay quienes aseguran que es momento de comprar, ya que al estar pasando por un buen “momento”, o estar de moda, tiene inercia para subir todavía más antes de que baje. Pero esto es como el juego de la silla: mientras la música suena, todos bailan, pero nadie le va a avisar el momento en que deje de sonar. Usted decide a qué juego jugar.
- Ahora, si usted es un inversor de largo plazo, le diría: “Ni” (mitad no y mitad sí). En esto, me gustaría profundizar un poco más.
El oro en el largo plazo
Antes de seguir con el tema del bitcoin, me gustaría analizar brevemente el rendimiento del oro en el largo plazo.
Si usted hubiera tenido la oportunidad de invertir USD 10.000 en oro hace mucho tiempo, digamos, hace 100 años a USD 20 por onza, hoy tendría USD 987.798. Nada mal. Ya sería casi millonario.
Pero si usted hubiese invertido esos mismos USD 10.000 en la misma fecha en una canasta con las principales empresas estadounidenses reinvirtiendo los dividendos, sin ser experto, ni calculando cuándo entrar, ni teniendo que tomar ninguna otra decisión decisión futura, hoy tendría USD 189.336.240, es decir, casi 200 veces más que lo que hubiera ganado con el oro.
La diferencia radica en que, mientras el oro es un metal que responde simplemente a la oferta y la demanda – está ahí inerte, no crece ni produce nada -, las empresas son dirigidas por personas que día a día buscan crear valor y ser más eficientes.
En síntesis, si es un inversor de largo plazo, el oro no es una mala alternativa para usted, pero, ¿Por qué elegiría comprar un metal teniendo la opción de dejarle a su familia un patrimonio 200 veces mayor? Puro sentido común.
Recuerde que el oro ya se encontraba en estos valores en el 2011, así que quien haya invertido una década atrás, habrá gozado de “status” pero tuvo que soportar 9 años de pérdidas mientras las acciones tuvieron la racha alcista más larga de la historia.
Un verdadero “abridor de cabezas”
El bitcoin es la más popular de las criptomonedas. Definitivamente no tiene existencia física: es una creación digital que resultó ser una verdadera revolución de las finanzas. Imagínese que ahora puede transferir dinero a cualquier parte del mundo rápidamente y con una comisión de prácticamente ‘0’ (cero).
Si usted es inversor de corto plazo y piensa comprar bitcoins, corre con los mismos riesgos que con el oro: es imposible saber lo que sucederá mañana, puede subir o puede bajar sin motivos visibles. Todo depende del ánimo del mercado. Esta ley aplica para casi todo tipo de inversiones en el corto plazo.
En particular, en el año 2017 el precio del bitcoin se multiplicó por 10 veces, y en los siguientes 12 meses su precio se derrumbó un 83%. Del cielo al infierno sin avisos ni escalas. Aún con la asombrosa ganancia de los últimos 10 días, el precio del bitcoin se ubica hoy apenas en la mitad del valor que alcanzó en el 2017. Aquí también, cada uno decide a qué juego quiere jugar.
Sin embargo, si usted es un inversor de largo plazo, tanto el bitcoin, como algunas otras criptomonedas son una excelente opción, pero no por sus rendimientos, sino porquepuede transformarlo en un mejor inversor ¿Por qué? Porque es el “abridor de cabezas” más efectivo que existe en el mundo de las inversiones. Como un “medicamento contra la pereza financiera”.
Verá. Lamentablemente, Argentina cuenta con un récord poco alentador: es uno de los países con menor porcentaje de adultos con educación financiera, con casi la mitad que sus vecinos Uruguay y Chile –ver reporte-, por tanto la gran mayoría de sus habitantes desconoce de inversiones, de mercados, de riesgos, de lo que le conviene y lo que no, cayendo por descarte en el atesoramiento de dólares o inversiones en “ladrillos”.
Solo las recientes restricciones del gobierno han logrado “empujar” a las personas a introducirse en el “mundo cripto” por la necesidad de encontrar alternativas para dolarizarse o transferir divisas, como buscando un nuevo camino para volver a lo familiar, a donde nos sentimos seguros.
Pero sin querer, muchas personas empezaron a estudiar cotizaciones, a descubrir que pueden pagar o transferir dinero desde el teléfono móvil, pedir préstamos, invertir, etc., sin depender de los bancos ni de los gobiernos. Nació un nuevo tipo de “status”, más aggiornado y tecnológico, cortando con la necesidad de ver y tocar oro o dólares guardados en el “colchón-bank”. En fin, las personas debieron “abrir su cabeza” para explorar nuevas opciones y descubrieron un extraordinario mundo financiero ante sus ojos.
Invertir consiste en un 20% de teoría y un 80% de práctica. Se trata más de dominar emociones en el mundo real que de mirar gráficos y jugar a las adivinanzas. Por eso, el mejor consejo que le podría dar a alguien que se introduce en las inversiones es: ¡empezá hoy!, empezá de alguna forma, empezá con lo que te motive, empezá con dinero propio, que te duela si perdés, experimentá lo que se siente ganar, aprendé a identificar lo valioso y a ignorar el ruido, porque todo eso va a determinar tus resultados el resto de tu vida.
Empezá como sea, pero empezá ya, así tenés tiempo de mejorar y elegir en el futuro en qué y cómo querés invertir. Si el bitcoin moviliza a la gente a empezar y además puede llegar a ser una buena inversión en el largo plazo, entonces, ¡bienvenido!
Tuve la suerte de meterme de lleno en el mundo bitcoin como usuario e inversor en el año 2013 cuando Sebastián Serrano me comentó sobre un emprendimiento que recientemente había fundado. Invertimos en el emprendimiento y además compramos bitcoins que por entonces cotizaban a USD 150. Algún tiempo más tarde, el bitcoin alcanzaría el valor de casi USD 20.000 (se multiplicó por 133 veces), y ese naciente emprendimiento del que discutimos aquella mañana en el café Frawens de la ciudad de La Plata, pasó a llamarse Ripio y recibió USD 37 millones para crear su propia red de préstamos personales basado en blockchain y su propia criptomoneda.
Como frutilla del postre, Ripio fue recientemente seleccionada como Pionero Tecnológico 2020 por el Foro Económico Mundial. Nosotros estamos felices por los logros de la empresa y por nuestra inversión en ella que sigue creciendo. Ahora ya sabe: si quiere empezar a usar bitcoins u otra criptomoneda, ¡ábrase una cuenta en Ripio! (y si quiere ser parte de Ripio invirtiendo con nosotros, también, ¡bienvenido!)
Desde mi punto de vista, la inversión en una empresa como Ripio tiene lo mejor de ambos mundos: por un lado, trabaja alrededor de una tecnología revolucionaria que recién está dando sus primeros pasos, y al mismo tiempo, es una empresa que cada día crea valor y busca ser más eficiente, como cuando hablamos más arriba de la diferencia de crecimiento entre el oro y las empresas en el largo plazo.
Usted ya sabe que en materia de inversiones, el tiempo permite generar resultados extraordinarios incluso a partir de inversiones ordinarias. Tiempo que se pierde, tiempo que no se recupera. Por tanto no importa por dónde empiece a invertir, lo importante es empezar. Y si el oro, la plata o el bitcoin le resulta motivador, entonces le diría: ¡Aproveche a empezar hoy mismo!
0 Comments