El día en que el mejor se dió por vencido
Hasta los mejores pueden darse por vencido en situaciones extremas. Pero son los mejores porque aprenden y lo vuelven a intentar hasta que lo logran. El peor error, convertido en el mayor éxito.
Por Sebastian Ortega

¡Tiempos salvajes!

Por estos días, los mercados dan más vértigo que la “montaña rusa” del Italpark (o del Parque de la Costa – creo que me quedé en el pasado). En los últimos 4 meses, las acciones de Amazon, el gran supermercado online, subieron un 75% haciendo que la fortuna de su fundador, Jeff Bezos, ascienda a casi USD 200 mil millones (con eso podría comprarse una casa cómoda junto con toda la isla de Groenlandia como para armarle un jardincito amplio… ¡4 veces! Una para cada hijo).

Pero más sorprendente todavía es el caso de Tesla, el fabricante de autos eléctricos, que durante ese mismo período vió subir sus acciones en 260%, y en particular, un 100% por encima del valor al que estaban cuando su mismísimo fundador, Elon Muskescribiera por Twitter que en su opinión las acciones ya estaban “demasiado caras”. Ahora, ya sin adjetivos para describir la eufórica situación, se limitó a responder con un: “¡Tiempos salvajes!

¿Cómo debe usted invertir en “tiempos salvajes”? Difícil saberlo. Sí, pronósticos hay de sobra, y algunos hasta muy convincentes. Pero nadie sabe lo que realmente va a pasar mañana: ni Donald Trump, ni Musk, y mucho menos un analista financiero (¿se acuerda del caso de las tarotistas que predijeron un muy buen 2020 para Argentina, con abundancia de dinero e ideal para viajar? – bueno, algo así). 

Para que se dé una idea, hay quienes aseguran que Tesla va camino a subir otro 55% desde estos niveles “astronómicos”, mientras otros, como el principal banco de inversión estadounidense, dicen que el precio va a caer un 80% en breve. Lo más cómico es que cada uno de estos pronosticadores son considerados “serios” (puede entrar a los respectivos links para ver sus nombres y dónde salieron publicados estos pronósticos). Si esto es lo más serio que tenemos, “estamos condenados a la extinción”, diría un conocido economista. 

¿Cuánto tiempo puede durar esta situación? No es posible saberlo. ¿Es posible encontrar buenas empresas a precios bajos? Me arriesgaría a decir que no hay muchas chances; sería algo así como entrar a una juguetería y querer encontrar ofertas un 24 de diciembre… y a las 20hs. Sí, uno siempre puede encontrar algo que bajó de precio, pero eso no significa comprar “barato” ni comprar bien: en una juguetería, uno podría conseguir un precio más bajo del habitual si el producto viene fallado, pero ahí el vendedor siempre nos avisa; en cambio, en las inversiones, nadie nos advierte cuando nos quieren vender algo que “viene fallado”.

La incertidumbre junto con el riesgo (que son dos cosas bien distintas) y la escasez de buenas oportunidades, pueden llevar al inversor a la frustración. Si a eso le sumamos que en esta situación “salvaje” siempre hay alguien que festeja públicamente lo mucho que ganó (como ocurre con David Portnoy) entonces la presión se vuelve todavía mayor, y no todos toleran eso con comodidad. 

De hecho, esto fue exactamente lo que le pasó una vez al mejor inversor del mundo y que, al revés de lo que uno hubiera esperado, no pudo tolerarlo y se dió por vencido. Desarmó todo lo que tenía y con decepción emprendió su temprano retiro. 

Sin embargo, mientras vendía lo que le quedaba, cometió un “tontísimo” error que lo obligó a volver a las inversiones temporalmente. Así, por accidente, nació la historia de éxito más espectacular que jamás haya existido en el mundo de las inversiones. ¿Quiere saber qué pasó? Le cuento a continuación. 

El peor error de su vida

A finales de los años ’50, Warren Buffett creó un fondo de inversión llamado Buffett Partnerships, Ltd. con el que logró fenomenales rendimientos de 25.3% de promedio anualcomprando acciones de empresas que se encontraran subvaluadas, es decir, “baratas” en relación a lo que deberían valer.

Una de estas empresas fue Berkshire Hathaway, que se dedicaba a vender telas y distintas prendas de vestir, cuyas acciones estaban a precios muy atractivos allá por 1962.  

Pero a mediados de los años ‘60, la euforia se apoderó de los mercados y las acciones de prácticamente todas las empresas comenzaron a subir más de lo razonable. En algunos casos, estas subidas fueron “salvajes” (como diría Elon Musk), de 100%, 200% y hasta 300% en pocas semanas y sin claros justificativos a la vista, tal como ocurrió en los últimos meses con Tesla.

En ese contexto, Buffett comenzó a frustrarse por no poder encontrar buenas inversiones a pesar de sus esfuerzos, mientras sentía cada vez más presión por no poder satisfacer las altísimas expectativas de los inversores que le habían confiado su dinero a él para que lo administrara. Estas expectativas coincidían, claro, con el nivel de codicia que reinaba en los mercados. Los meses iban pasando y no aparecían indicios de que la situación fuera a normalizarse. 

Frustración por aquí, presión por allá… hasta que un día Buffett dijo “¡Basta!”. Simplemente no pudo más, y “tiró la toalla”. Comenzó a vender todas las inversiones para devolverle el dinero a los integrantes de su fondo, cerrar todo y así retirarse por completo tan pronto como fuera posible.  

Pero cuando intentó vender las acciones de Berkshire Hathawaya la propia compañía (sí, las empresas pueden comprar sus propias acciones), tuvo una inesperada disputa con su presidente y la operación se complicó.

¿Qué fue exactamente lo que pasó? Le relato los detalles con un brevísimo video que hice desde las oficinas de Berkshire Hathaway, en Omaha, Estados Unidos, desde donde Buffett trabaja a diario.

Porqué Buffett se hace cargo de Berkshire Hathaway, contado desde las oficinas de Berkshire Hathaway en Omaha, Nebraska, EE.UU.

Básicamente, habían acordado un precio “de palabra” para esa transacción, pero a la hora de firmar los papeles, el entonces presidente de Berkshire puso un precio de compra inferior al que habían conversado previamente. Buffett tomó ese cambio de reglas como una “traición” que lo ofendía en forma personal. 

Muy molesto por la situación, Buffett decidió, no solo quedarse con esta inversión, sino además, comprar más acciones para tener control de la compañía, echar a este “malvado” presidente y darle así su merecida lección. 

El problema fue que, luego de haber completado con éxito su “venganza” personal, Buffett quedó como principal accionista de una empresa textil que ya no tenía ni presidente y ni siquiera entendía cómo se manejaba. Mientras su idea era retirarse (de hecho, sí cerró su fondo y le devolvió el dinero a los inversores tal como lo había planeado), su reacción emocional lo llevó a meterse en un problema colosalmente mayor, del que tuvo que hacerse cargo.

Con Berkshire Hathaway bajo su dirección, Buffett comenzó a reducir el tamaño de la compañía vendiendo los negocios/activos que no eran rentables y guardando el dinero para darle un mejor uso. Cuando a principios de la década del ‘70 los mercados cayeron fuertemente (Crash de 1970 y Crash de 1973-74), él usó ese dinero disponible (¡como hace siempre!) para comprar acciones de compañías de seguros que él sí sabía cómo manejar. El resto de la historia, usted ya la conoce.  

La economía y los mercados nunca se mueven en línea recta, sino en forma de “olas” o ciclos que van desde la depresión a la euforia y de la euforia a la depresión. En cada uno de estos extremos se ponen a prueba todas las capacidades emocionales de los inversores y en general, solo los más aptos sobreviven. En febrero-marzo tuvimos un pequeño adelanto de lo que esto significa, y alcanzó para que a más de uno le suban las pulsaciones.

Una verdadera crisis puede llegar a ser tan desafiante, que hasta los mejores suelen rendirse ante ella. Por suerte, ese traspié fue un aprendizaje determinante y necesario para aprender que lo más importante en las inversiones no es conocer si la empresa A es mejor que B, sino tener una Inteligencia Emocional suficientemente desarrollada como para ver con claridad en medio de la euforia/depresión para poder detectar y aprovechar las oportunidades que se presentan. 

Desde que Warren Buffett vivió esta experiencia, nunca más volvió a darse por vencido. A medida que su compañía fue creciendo, también crecieron los desafíos, las expectativas y las críticas, pero él ya había aprendido la lección y pudo aplicarla por los siguientes 55 años. 

Hoy lleva acumulado un 2.744.062% de ganancia desde el día en que cometió aquel error, y ahora se dió el lujo de compartir con Bill Gates el primer puesto entre las personas que más dinero donaron a causas caritativas/filantrópicas en toda la historia (la semana pasada donó USD 3 mil millones más). De no haber donado lo que donó, hoy estaría pisándole los talones a Jeff Bezos, con una fortuna de USD 130 mil millones. Pero eso a él ya no le importa. Él, nuevamente, está jugando a otro juego.

Sobre el autor

Sebastian Ortega

Sebastian Ortega

CEO Grit Invest

Doctor en Dirección de Empresas y Máster en Dirección de Empresas de la Universidad del CEMA, con especialización en Fusiones y Adquisiciones en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y especialización en Value Investing en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia (EE.UU.)
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