Si hicimos una inversión pensando en ganar 30% y ganamos 15%, nos decepcionamos. Pero si hicimos una inversión esperando ganar 10% y ganamos 15%, festejamos. Una misma inversión puede generar experiencias opuestas en distintas personas simultáneamente. Nuestra frustración o satisfacción (y consecuente “éxito”) con las inversiones muchas veces depende más de nuestras expectativas, que del número final que obtengamos. ¿Qué hacer para mejorar esto?
Este año, Jeff Bezos, fundador de Amazon y hombre más rico del mundo, escribió una curiosa historia en una carta dirigida a sus accionistas e inversores, acerca de una amiga que quería “aprender pararse de manos”, como en la foto de ilustración del artículo. Dijo exactamente así:
“Una amiga cercana recientemente decidió aprender a hacer una parada de manos perfecta e independiente. Sin apoyarse contra una pared. No por solo unos segundos. Ella decidió comenzar su viaje tomando un ‘taller de parada de mano’ en su estudio de yoga. Luego practicó por un tiempo pero no estaba obteniendo los resultados que quería. Entonces, contrató a un entrenador de parada de manos. Sí, sé lo que usted estará pensando, pero evidentemente esto es algo real que existe. En la primera lección, el entrenador le dio algunos consejos maravillosos. ‘La mayoría de las personas’, dijo, ‘piensan que si trabajan duro, deberían ser capaces de dominar la parada de manos en aproximadamente dos semanas. La realidad es que lleva unos seis meses de práctica diaria. Si crees que deberías poder hacerlo en dos semanas, terminarás renunciando‘. Las creencias poco realistas sobre el alcance, a menudo ocultas y sin discusión, matan los altos estándares. Para lograr altos estándares usted mismo o como parte de un equipo, debe formar y comunicar de manera proactiva creencias realistas sobre lo difícil que será lograr algo; esto es algo que este entrenador entendió bien”.
Tal como dice Bezos, para alcanzar altos estándares (o altos rendimientos con las inversiones), es necesario ser realistas con el esfuerzo que eso nos requiere. Por eso, y justamente por eso, dedicamos varios artículos a presentar estadísticas y casos acerca de cuánto podemos esperar ganar con las inversiones en el largo plazo (sin depender de la suerte), cuánto es necesario esperar para ver los resultados, cuáles son las chances de éxito si tomamos pocas decisiones de buena calidad (y cuánto tiempo lleva entrenarse para tomar buenas decisiones), cuales chances si tomamos muchas decisiones de mala calidad, los errores más comunes de los inversores más experimentados (y cómo evitarlos) y hasta los errores de los no tan experimentados. Con todo esto, cualquier persona podría tener más o menos claro qué esperar de sus inversiones.
Sin embargo, a pesar que lo anterior es conocido desde hace décadas, al 80% de las personas le toma aproximadamente 2 años aprender a madurar, probando todo lo que está a su alcance por sí mismo, hasta chocarse con la realidad, pasando de un estado de alto entusiasmo con expectativas irreales, a un estado más equilibrado con expectativas reales (aunque no todos pasan a este segundo nivel sino que muchos abandonan en el camino).
Para convertir frustraciones y abandonos en experiencias satisfactorias, la solución es muy simple: solo se necesita tener adecuadas (o bajas) expectativas. Pero como usted podrá imaginar, es tan simple de explicar como difícil de llevarlo a la práctica, y mucho más cuando toda una industria tiene incentivos para hacerlo todavía más difícil. Le cuento.
Cuando yo era chico, mi papá, que era martillero y tenía una inmobiliaria, me contó que en el mundo de la compra/venta de propiedades había mucha competencia y para ganar, algunos intentaban manipular las expectativas de los clientes. Por ejemplo:
Supongamos que usted quiere vender su casa y se acerca a 3 inmobiliarias para que le digan, con ojo profesional, cuánto puede valer en el mercado. En una le dicen que su casa vale $88, en otra $100 y en otra $112. ¿A qué inmobiliaria va a dársela para la venta? Si no hay otras grandes diferencias entre las inmobiliarias, probablemente usted elija aquella que valoró su casa en $112 (usted pensará que ese martillero fue quien supo reconocer el verdadero valor de lo que usted tiene -además de que le conviene más venderla a ese precio- y asume que luchará con convicción por defender ese valor ante posibles compradores).
Sin embargo, puede haber ocurrido que el martillero pensara que su casa valía en realidad $100, pero le dijo a usted $112 con el solo fin de que usted lo elija a él para que venda su casa y ganarse así una comisión más. Luego, a medida que el tiempo pase y los interesados resulten insuficientes (y usted pierda la paciencia), intentará convencerlo a usted de rebajar ese precio hasta llegar alrededor de $100 que es lo que en realidad vale en el mercado y lo que la segunda inmobiliaria le dijo en un principio, solo que usted lo aprendió un año más tarde. Esto no solo es algo que podría ocurrir eventualmente, sino es, de hecho, lo que casi siempre hacen las inmobiliarias con los vendedores menos experimentados.
El entorno en el que nos movemos está naturalmente incentivado a “inflar” nuestras expectativas para tentarnos con aparentes beneficios de corto plazo (cual burro al que le ponen una zanahoria frente a sus ojos) mientras acumulamos pérdidas y frustraciones mayores en el largo plazo sin siquiera darnos cuenta (cual burro que, persiguiendo esa zanahoria, termina caminando hacia al matadero) como en el caso de los brokers “gratuitos” que comentamos en el artículo “El entretenimiento más caro del mundo”.
Ya desde chico me tocó aprender que en el mundo de los negocios conviven dos tipos de personas: aquellas que privilegian el corto plazo y sacrifican el largo (más conocidas como “pan para hoy, hambre para mañana”), y aquellas que privilegian el largo plazo y sacrifican el corto. Las personas de este segundo tipo son las más valiosas, pero hay ciertas razones por las que son muy difíciles de encontrar. Le cuento.
MANEJO DE LAS EXPECTATIVAS EN LAS INVERSIONES
Suponga que usted quiere hacer una inversión y tiene que elegir entre dos compañías nuevas y parecidas: A y B. Busca en internet y encuentra que el mismo día, el CEO de la compañía A dijo: “Tenemos todo para ser líderes y transformarnos en la empresa más valiosa del mundo”, y el CEO de la compañía B dijo: “Lo que queremos hacer es muy difícil, no tenemos garantías, pero creo que si nos enfocamos en la satisfacción al cliente, tendremos mejores chances de éxito”. ¿En cuál compañía invertiría? Probablemente en la primera, la A, ¿no? Es la que mayor potencial transmite y se ve que el CEO tiene mucha confianza en sí mismo.
Sin embargo, nada de esto habla del verdadero potencial de cada empresa ni inversión. De hecho, declaraciones como la primera suelen escucharse cada día sin que se cumplan en los hechos, mientras que la segunda fue pronunciada por el propio Jeff Bezos 20 años atrás, quien luego se convertiría, efectivamente, en el hombre más rico del mundo y Amazon en una de las empresas más valiosas, por haber seguido aquellas mismas declaraciones. Puede leer más en el artículo “No es posible predecir las empresas más exitosas”.
Las personas tendemos a confiar y entusiasmarnos más cuando escuchamos declaraciones asertivas, seguras y ambiciosas. El entusiasmo es contagioso. Ser prudente, por el contrario, no entusiasma a nadie. Y si no hay entusiasmo, muchas ventas o inversiones no se concretan… por eso muy pocos responsables de empresas van por este camino, a menos que privilegien seriamente construir una relación de largo plazo, como para que se justifique sacrificar cualquier negocio de corto. El ejemplo que vamos a citar sobre esto último, viene nuevamente de la mano de nuestro inversor favorito, que siempre aporta una mirada poco convencional:
“Nos hacen preguntas sobre las inversiones que poseemos, y la gente cree que queremos hablar sobre ellas. No tenemos ningún interés en alentar a otras personas a comprar las inversiones que poseemos. Es probable que compremos más acciones de estas compañías (incluso de nuestra propia empresa) en el futuro… ¿nos gustaría que las acciones suban si vamos a ser compradores el año próximo, y el año siguiente y el año siguiente?
Si hablamos de nuestra propia cartera, desde nuestro punto de vista, diríamos cosas pesimistas sobre las cuatro inversiones más grandes que tenemos, porque las cuatro están recomprando sus acciones y, obviamente, cuanto más baratas recompren sus acciones, mejor estaremos. Pero la gente parece no entender ese punto”. Warren Buffett.
Traducido al criollo, Warren Buffett D.E.S.A.L.I.E.N.T.A. a los inversores a que inviertan en lo mismo que está invirtiendo él e incluso EN SU PROPIA EMPRESA. Su prioridad no es seducir inversores sino ALEJAR a todos aquellos que no son necesarios. Los “espanta” verbalmente “matando” sus expectativas, y haciendo que las acciones de Berkshire, su propia compañía, lleguen a precios inalcanzablemente altos para la mayoría: hoy cada acción vale USD 313.000 dólares en la bolsa de valores (aunque desde hace varios años ya es posible comprar otro tipo de acción más barata, pero su precio está atado a la primera).
La prioridad de Buffett siempre fue administrar fondos considerando a cada inversor como un socio de largo plazo, a quien no hay que convencer con palabras sino simplemente entregarle resultados. Para obtener mejores resultados, él necesita poder comprar barato… algo que nunca lograría si se dedicara a hablar maravillas de sus inversiones y de su propia compañía. Cuanto menores sean las expectiativas de los inversores, más oportunidades para él.
Definitivamente, esta mirada de largo plazo ha sido la más rendidora para todos los que lo vienen acompañando desde hace 54 años, período en el que viene acumulando 2.472.627% (dos millones y medio porciento) de ganancia logrando “ahuyentar” al mismo tiempo a quienes tienen expectativas equivocadas sobre él y su compañía.
Cada inversor tiene entonces dos difíciles tareas para conseguir el éxito con las inversiones: la primera es aprender a identificar, por sí mismo, el valor en las personas o en las compañías independientemente de lo que otros intenten “vendernos”. A veces el que mejor luce o el que más promete tiene muchas menos chances de lograr el éxito que aquel que habla con prudencia como Bezos o Buffett. Esto nos permite evitar, desde el punto de vista de las inversiones, a las inmobiliarias que nos dicen que nuestra casa vale “$112” a sabiendas de nuestra posterior frustración.
Y en segundo lugar, uno mismo debe fijarse expectativas adecuadas guiadas por la razón y mirando siempre el largo plazo. Si las “sorpresas positivas” se dan consistentemente a lo largo del tiempo, nuestra experiencia con las inversiones será mucho más satisfactoria independientemente de si el número que obtenemos es 1% más o 1% menos que lo que obtuvimos el año pasado.
“¿Quieren saber cuál es el secreto de un gran matrimonio? No es la aparencia, ni la inteligencia, ni el dinero, sino mantener las expectativas bajas”, suele repetir Buffett a modo de broma cuando se refiere a las expectativas con el dinero.
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