Despegarse de las viejas ideas
El reciente super-cepo que impuso el gobierno argentino fue un golpe mortal para el ahorrista que ya casi no tiene forma de conseguir dólares -una de las pocas formas de protegerse de las devaluaciones- por los canales tradicionales.
Para quien quiere invertir, la situación es todavía más desoladora: la construcción y el mercado inmobiliario en general -destino clásico de las inversiones locales- están paralizados. La bolsa de valores es prácticamente inexistente en cuanto a tamaño y diversidad de opciones, y lo poco que hay, más vale dejarlo pasar.
Claramente, Argentina no ofrece un futuro próspero para quienes quieren ahorrar o invertir (diría que hasta se esfuerza en espantarlos, y lo está logrando). No por nada por estos días los medios publican cada vez más notas sobre Records de retiros de los bancos, Qué países de Europa tienen visa de trabajo para Argentinos, Cómo abandonar la residencia fiscal en Argentina, y hasta Qué empresas se van.
Aún así, a mi me encanta Argentina. Nací en el Barrio Mondongo de La Plata, en una casa frente a un parquecito donde solía pasar tiempo con mis amigos y donde todos los vecinos se juntaban para ver la tradicional quema de muñecos de fin de año. En “El Mondongo” está mi familia y mi historia.
La familia de mi mamá vino de Italia y la de mi papá de España, por tanto crecí con una mentalidad de “En la vida, lo primero es hacerse/comprar la casa, después… pensar en cualquier otra cosa”. La casa simbolizó siempre seguridad, estabilidad, y arraigo. Es un bien físico, robusto, que podemos tocar y está tan cerca que hasta la habitamos todos los días. La casa es además el principal patrimonio de la mayoría de sus dueños.
Sin embargo, todo lo positivo se volvió una traba cuando en el año 2001 Argentina sufrió una de las crisis más importantes de su historia, y más de uno pensó en buscar un futuro mejor en otro país; el problema es que, con el patrimonio entero de una persona atado físicamente a un lugar, migrar se vuelve una tarea imposible. Para quien no piense vivir una o dos décadas en el mismo barrio, tener una casa es más un obstáculo que un “sueño italiano”.
Cuando naturalizamos una idea, se nos hace muy difícil cuestionarlas/criticarlas y a veces nos aferramos a ellas porque forman parte de nuestra identidad aún cuando ya carezcan de sentido.
Pero las nuevas generaciones ya vinieron a este mundo con una mentalidad más fresca y comprendieron que las casas no tienen por qué determinar nuestro futuro. Una casa tiene un rol específico -a veces material- y no debería limitar nuestra capacidad para desarrollarnos personal y profesionalmente en cualquier lugar que deseemos. Esta filosofía es la que adoptó recientemente Elon Musk, el fundador de Tesla, cuando a mitad de este año decidió vender todas sus propiedades.
Ya sabíamos que, en ciertos períodos, es más conveniente económicamente invertir nuestro capital en alternativas que den mejores rendimientos a largo plazo y alquilar una casa -o departamento-, que tener inmovilizado nuestro capital en ella.
Sin embargo, más allá de que alguien pueda encontrar un mejor futuro lejos de su lugar de origen, hay algo incluso mucho más valioso que está sacrificando: la relación con sus afectos.
Por suerte, hoy la tecnología permite que alguien pueda elegir donde vivir y dónde generar ingresos, y en particular, esta situación es favorable para quienes residen en Argentina. Le cuento más a continuación.
Corazón aquí, billetera allá
Algunos años atrás, era “envidiada” la situación de aquellas personas que recibían una jubilación/pensión italiana -antes en liras italianas y después en euros- pero vivían en Argentina (unos 30 millones de argentinos aproximadamente -entre el 65% y el 70% de la población- son italianos o tienen algún pariente italiano en su árbol genealógico). De esta forma, incluso una jubilación/pensión italiana no muy elevada, rendía muchísimo cuando se la convertía a pesos.
Hoy, las nuevas generaciones están emulando a aquellos inmigrantes italianos aprovechando la posibilidad de hacer inversiones en dólares en EE.UU. y gastando en pesos. De esta forma, una devaluación del peso no solo no las perjudica, sino además, las favorece.
Vea. En los últimos 10 años y algo, el mercado estadounidense creció un 400% (asumiendo reinversión de dividendos). Una persona que invirtió USD 25.000 hace una década en el S&P 500, tendría hoy unos USD 125.000. A este ritmo, esta persona tendría hoy ingresos pasivos por USD 1.500 por mes que equivalen hoy a $225.000 (pesos argentinos) mensuales, tomando cada dólar a $150.
Pero además, esta persona no estuvo expuesta a las crisis económicas, a los vaivenes políticos, al super-cepo, no tiene que preocuparse por ningún corralito, y ni siquiera tuvo que salir de su casa durante la cuarentena por el coronavirus. Mientras tanto, cada vez que aumenta el dólar, se le reducen sus costos.
Si esta persona alquiló un departamento para vivir mientras tenía su capital invertido en el S&P 500, la situación es todavía mejor. Si en 2018 alquiló un departamento por $15.000 (pesos argentinos), que por entonces equivalían a USD 1.000 (dólares), hoy, que la inflación elevó el precio de ese departamento a $30.000, a él le estaría costando USD 200 (¡80% MENOS QUE ANTES!). La situación fue extraordinariamente beneficiosa para el inquilino, y extraordinariamente desfavorable para quien invirtió sus ahorros en un departamento con el fin de obtener una renta. (los números del ejemplo no están escritos al azar; están tomados tal cual fueron en la realidad de un caso que me tocó conocer de cerca).
A raíz del reciente super-cepo, tuve la oportunidad de conversar con varias personas motivadas por llevar adelante esta combinación -cobrar en dólares, gastar en pesos – y tarde o temprano aparecía la siguiente consulta:
- “¿Cómo se hace cuando quiera deshacer las inversiones y volver a tener el dinero conmigo?”.
A lo que yo contesto:
- “Hay distintas alternativas, pero… ¿Para qué quisieras volver a tener el dinero contigo? ¿Qué otro lugar mejor que ese para tenerlo? Moneda dura, instituciones estables, políticas favorables, más de 8.000 empresas para invertir, etc.”
Todavía muchas personas tienen la necesidad de ver, tocar o al menos sentir cerca el dinero para creerlo real. Esto es similar a lo que ocurre al poseer una casa. Sin embargo, esta “necesidad” limita a las personas a invertir más allá de sus narices, y llegar a lugares que les son realmente más favorables.
Es difícil de creer la cantidad de personas exitosas que todavía se resiste a romper con las viejas ideas. Charlie Munger, socio de toda la vida de Warren Buffett suele decir que “La mente humana funciona como un óvulo: cuando entra un espermatozoide (es decir, una idea/concepto), hay una puerta que se cierra y ya no permite entrar al resto”. Por eso a las nuevas generaciones les resulta tan fácil incorporar nuevas ideas: no necesitan realizar el complicado trabajo de deshacerse de una idea previa.
Por tanto, los más jóvenes y aquellos que no son tanto pero pueden actualizar sus ideas respecto al dinero físico o en forma de ladrillos, podrán decidir en qué lugar del mundo quieren vivir y pagar sus gastos, y en qué lugar del mundo quieren invertir y obtener ingresos. Esta crisis vista desde el punto de vista de la oportunidad, es una particular manera de concentrarse en convertirse en la mejor versión de uno mismo, sin migrar ni dejar de lado nuestros afectos. Una forma de pensar innovadora, impulsada por nuestro ya referente, Elon Musk.
Excelente articulo, Seba. Además, es muy inspirador.
Muchas gracias Pablo! Abrazo!
Exelente tu comentario,
Deseo conocer mas.y aprender
Hola Sebastián, he leido todos tus artículos y son realmente espectaculares, con una claridad y sinceridad absoluta, motivando a las personas a lograr resultados y mudarse a la vida que quieren. Como podrás apreciar en mi última frase, yo trabajo en REMAX y en mi opinión, debido a la gran baja de los valores de las propiedades en dólares, hoy considero que es una buena oportunidad para comprar o hacer operaciones de venta/compra en simultáneo.
Muchas gracias Sergio por los comentarios! Saludos!
Qué tal Seba, muy bueno el artículo, coincido plenamente, al menos aquí -en Argentina- hay que cambiar el paradigma para adaptarse y sobrevivir. Abrazo.
Sergio, ¡tanto tiempo! Gracias por el comentario. Curiosamente, no muchas personas tienen está perspectiva sobre la casa o mantener “la billetera en otro país”, pero hacemos lo posible por ayudar a revisar las ideas. ¡Abrazo grande!
¡Excelente artículo, Sebastián!
Me siento muy identificado con tu historia y con tu razonamiento, desde criarme en un rincón bonaerense en una familia italiana con mentalidad de hacer la casa propia, transitando las mil y una crisis económicas, hasta salir al mundo, descubrir nuevos modelos mentales y el value investing, y recaer en que es posible (y generalmente conveniente) vivir, trabajar e invertir en distintos sitios sin estar atado a ninguno.
Hoy cualquier argentino (todavía) puede trasladar el patrimonio a un país donde sea bienvenido para invertirlo con mejores expectativas económicas y jurídicas.
Lo único que matizaría sobre el artículo es que la diversificación geográfica puede resultar un buen aliado cuando un país atraviesa dificultades (económicas, monetarias, políticas, etc.) y ninguno está exento de ello. Estados Unidos es uno de los lugares más seguros para invertir, ofrece una moneda fuerte y es la cuna del emprendimiento y la innovación, donde emergen cada día excelentes negocios. El SP500 está entre las bolsas más rentables de la última década, pero eso no asegura que lo siga siendo en el futuro. Ningún país está exento de riesgos. Estos se pueden mitigar invirtiendo además en otros mercados desarrollados, o incluso emergentes.
Descubrí el blog hace poco y lo estoy siguiendo atentamente. Es de lo mejor que he visto en Argentina.
Muchas gracias por el comentario. Coincido en todo, incluso en los riesgos que conlleva invertir en cualquier otro país; solo que este último punto ya lo fuimos tratando en muchos de nuestros artículos anteriores por eso no fue el foco del presente. Gracias nuevamente por el comentario y la contribución. Saludos. Sebastian.