Cada empresa tiene los inversores que merece
Lo bueno de un cambio de ciclo es que aprovechamos el aventón para revisar todo aquello que pasó y lo contrastamos con lo que pensábamos que iba a pasar. De entre esas cosas, hay un tema muy curioso -y de mucha importancia en las inversiones- que tiene que ver con las expectativas de las personas. […]
Por Sebastian Ortega

Lo bueno de un cambio de ciclo es que aprovechamos el aventón para revisar todo aquello que pasó y lo contrastamos con lo que pensábamos que iba a pasar.

De entre esas cosas, hay un tema muy curioso -y de mucha importancia en las inversiones- que tiene que ver con las expectativas de las personas.

En particular, sobre las expectativas que se involucran alrededor de una inversión en una empresa nueva. Para eso, les traigo un caso de inversión al que nos enfrentamos hace un año, y luego el análisis en retrospectiva.

Recuerdo una reunión en donde muchos inversores evaluaban la posibilidad de invertir en una empresa y le hacían preguntas directamente a su fundador. Al promediar la sesión, los inversores dispararon: – “¿Cuál es tu estrategia de exit?” (se referían a cuál era su estrategia para vender la empresa o salir a cotizar en bolsa para ofrecerle liquidez a los inversores). El emprendedor no dudó ni un minuto y dijo: -“No lo tenemos claro”. Y agregó: “Eso va a depender de circunstancias que hoy no podemos predecir.”.

Esta respuesta incomodó a la mayoría de los inversores. De alguna forma, les estaba diciendo que no tenía certezas de cuándo ni cómo los inversores iban a poder recuperar su dinero de vuelta. Pero peor aún, la respuesta se dió en el marco de una reunión en donde el fundador atendía a potenciales inversores para su empresa. ¿Era razonable decir esto?¿Era una estrategia?

Esta respuesta provocó que muchos inversores no se sintieran a gusto con invertir en la empresa. Pensaban que si la empresa no tenía un objetivo claro de rentabilidad o fecha máxima de liquidación, no podían invertir en ella. Otros, en cambio, se concentraron en los fundamentos del negocio en el largo plazo y en las capacidades del equipo fundador. La mayoría de los que miraron estos últimos aspectos, decidieron invertir. Cada inversor puso el foco en aquello que consideraba más relevante para lo que buscaba.

Lo que ocurrió en este caso es lo que en economía se conoce como “selección adversa”. El emprendedor no conocía el perfil de todos los inversores que había en la sala. Sin embargo, tenía el objetivo de distinguir a los inversores capaces de comprender los plazos y las complejidades de las inversiones en empresas nuevas, respecto de aquellos que no conocían estas particularidades.

Lo que hizo fue plantear una consigna clara. Luego, cada inversor se “auto-seleccionó” en función del nivel de tolerancia que tenía al plazo y a las certezas del proyecto según lo que planteaba el emprendedor. Aún cuando hay planes que parecen perfectos, sus implementaciones suelen plantear múltiples desafíos.

Sería ingenuo adjudicarse la capacidad de pronosticar el futuro de una compañía que todavía tiene todo por hacer. Se dice por ahí que “un pronóstico habla más del pronosticador que del hecho que se intenta pronosticar”.

Si un inversor participa de una inversión que no se adecua a su perfil, corre el riesgo de sentirse frustrado durante todo el tiempo que dure la inversión e incluso después de haber salido. Con las startups, donde el contacto entre el inversor y el equipo emprendedor es todavía más directo, esta frustración también impacta negativamente en la convivencia entre el inversor y la startup. Este emprendedor lo sabía, y por eso buscaba para sí a los inversores que estuviesen alineados con su perfil. Aún a riesgo de generar menos interés en invertir, logró hablarle directamente a los inversores que buscaba sin hacer una encuesta y a la vista de todos los presentes. Y pudo hacerlo. Hoy el fundador logró reunir el capital que buscaba de los inversores que buscaba.

Warren Buffett suele decir que cada empresa tiene los inversores que merece. De hecho, la razón por la cual las acciones de Berkshire (BRK.A) están a más de USD 220.000 cada una, es porque Warren siempre buscó que el precio de sus acciones se mueva sólo en función de los inversores de largo plazo que más se alinean con el perfil de su compañía. Éste también es un ejemplo del proceso de selección adversa que se practica a la vista de todos.

El buen calce entre el perfil del inversor y el perfil de la inversión, asegura la buena convivencia en el largo plazo, e incluso es más relevante que algún punto de más o de menos en el rendimiento de la inversión.

Sobre el autor

Sebastian Ortega

Sebastian Ortega

CEO Grit Invest

Doctor en Dirección de Empresas y Máster en Dirección de Empresas de la Universidad del CEMA, con especialización en Fusiones y Adquisiciones en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y especialización en Value Investing en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia (EE.UU.)
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